La comisión de Sirena-Delfines dejará de existir la noche del 19 de marzo. Será, de esta forma, la primera comisión confirmada que se cobra como víctima la pandemia. Los rigores sufridos por las fallas en este año y medio han sido el último empujón a una comisión de reciente creación, que no ha conseguido superar la particular adolescencia, necesaria para consolidarse. Fundada en 2006, el «Nou Perellonet» cerrará sus puertas «con la conciencia tranquila. Sabiendo que hemos hecho todo lo posible por mantenerla, pero que no ha sido posible. Cerraremos sin deber dinero a nadie, obrando con consciencia», asegura el presidente, Vicente Gabino Cuenca. «Duele y sabe mal, porque Sirena-Delfines es un proyecto en el que todos hemos puesto mucha ilusión. Yo fui el primer presidente infantil y para mi supone mucho». Están enclavados a escasos metros de la Gola del Perelló, pero su censo se basó más en falleros de diferente procedencia que en vecinos de esos bloques.
Los apenas veinte falleros que quedan en la comisión completarán la historia en las Fallas de 2022 plantando una «estoreta», que ni siquiera irá a concurso. Han declarado cien euros simbólicos en ambas fallas, la grande y la infantil. «No podemos permitirnos más, cuando hay que pagar el alquiler del casal, los autobuses cuando llegue la semana de fallas... pero en los años anteriores siempre hemos sido capaces de plantar de acuerdo a nuestras posibilidades». Ni siquiera han querido ir más allá. «Un artista como Jesús Liñana, que fue fallero nuestro y nos plantó con éxito, se ofreció para plantarnos de lo que tenía, pero le hemos dicho que no vale la pena porque no cambiará las cosas. Nos basta con el gesto tan extraordinario».
Dejan en la historia datos curiosos: estos años han sido la falla de València plantada más al sur de la ciudad, prácticamente lindando ya con El Perelló. Y el pasado septiembre lograron un éxito extraordinario: su «ninot» de la Exposición fue la novena figura más votada.
