Y con la exaltación de Nerea López se cierra el capítulo protocolario de la fiesta. Ahora se diría que la atención empieza a virar hacia otros derroteros que tienen que ver con ninots, luces y, finalmente, fallas. Pero estamos en circunstancias excepcionales y que todavía quedan otros elementos: negociación e incertidumbre. Están todos los ingredientes puestos para empezar la fiesta, pero falta recibir los permisos, venias, licencias y consentimientos para volver a sentirse bien.

Faltaba imponer la banda a las infantiles. Y como se decía antaño, verificóse el acto. Con solvencia y tranquilidad. Porque las partes del todo estuvieron en su papel. En su papel la corte infantil, la que ha llegado con un año más de lo previsto y que tienen la ESO a la vuelta de la esquina. Y Nerea, ayer de gris malachite, la reina de la gratitud. Siempre con una sonrisa por delante, que trasciende a la mascarilla (ayer sí que la pudo aflorar). Y siempre con un «hola» y un «gracias» que se escucha nítido en cada encuentro.

En su papel el mantenedor. Que, siendo largo, mantuvo la tensión del público. Eso tiene mérito sin duda. Jugó el lenguaje sencillo, la interacción y la complicidad sin que se le desbaratara el público e incluyendo una puesta en escena simultaneada con el discurso. Jugó con la metáfora de que el reinado es una falla compuesta de boceto, escenas y remate. Y la falla se fue construyendo con la ciudad, las comisiones, la corte y ella misma, convertida en la cúspide. Una originalidad en toda regla.

Con todo lo que ha visto Salvador Doménech en los meses anteriores, en primera línea sanitaria, la pandemia y su fatalismo pasaron desapercibidos. Recordó las fallas de septiembre «que por cierto no nos salieron nada mal y nos volvieron a hacer soñar». Y punto.

Y en su papel el espectáculo musical. Un tiro a asegurar. Aunque la edad media de falleras y presidentes infantiles es mayor este año, el cuento edulcorado captó la atención y cumplió su objetivo. Lo adecuado para la ocasión.

Tan sólo una nota discordante: ¿donde están los propietarios de tantas y tantas butacas vacías, tanto en la zona de invitados como en la de falleras mayores y presidentes infantiles? Sirva el dato: 36 asientos vacíos en las primeras ocho filas centrales. Ni siquiera la situación actual de contagios masivos justifican tantas y tan notorias calvas en una cita tan cotizada.

una tarde-noche feliz. Con la imposición de la banda a Nerea Lopez y la corte infantil finalizó la parte protocolaria del ejercicio. Con una fiesta en la que la fallera mayor se convirtió en remate de falla (sobre estas líneas). A la derecha, la actuación musicla, el mantenedor, la corte infantil y una vista general del vestíbulo F

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Así es el espolín de la Fallera Mayor Infantil de València Miguel Ángel Montesinos