Las Fallas pierden a uno de sus personajes históricos. De hecho, uno de sus elementos clave en la Transición: el primer secretario general procedente de la renovación democrática de los ayuntamientos. Pere Maroto Borrego.

Se trata de uno de los elementos clave en el arranque de una nueva época. El brazo ejecutor del concejal Enrique Real. La ciudad de València fue una de las que viraron ideológicamente con las primeras elecciones muncipales, pasando del ayuntamiento franquista a otro socialista. En ese contexto, el nuevo concejal de fiestas Enrique Real apareció en un mundo tradicional e inmovilista. Pere Maroto Borrego -poseedor dos de los grandes apellidos históricos de Na Jordana- fue encomendado a empezar la transformación de las viejísimas estructuras de la Junta Central Fallera. El relato histórico cuenta que no fue nada fácil y que los intentos renovadores chocaron con el inmovilismo. Agravado por encontrarse la ciudad en pleno conflicto identitario, que llevaba a pensar que cualquier cosa que llegara de un gobierno socialista, y más siendo el secretario general un hombre del partido.

Pero también fue de los que intervino en la reforma del programa de actividades y, especialmente, en la ruptura del techo simbólico que significaba el nombramiento a dedo de la fallera mayor de València, que pasó a ser por elección.

Tras seis años de idas y venidas, alegrías y decepciones, choques y arreglos, con un mundo fallero en estado de ebullición, el desgaste fue haciendo mella también en su relación con Enrique Real, agravada cuando éste encontró apoyo y consejo en la figura de Josechu Rey de Arteaga. Las desavenencias se materializaron en la dimisión presentada tanto por Maroto como por dos de los vicepresidentes (Ginés Blaya y Evaristo García, el último superviviente de esa época).

Maroto, profesor mercantil, volvió a su trabajo de funcionario en el ayuntamiento de la ciudad y mantuvo un perfil bajo, sin querer acaparar protagonismo, en las siguientes épocas. La revisión del relato le considera un personaje que tuvo que estar en el lugar más difícil en el peor momento y que fue extremadamente coherente con una línea marcada, que era la de modernizar una fiesta anquilosada. Como muestra del reconocimiento a su labor es el primer fallero que recibió la "Barca d'Or", que concede la comisión de Barraca-Columbretes a falleros por su aportación a la fiesta.

Una de las últimas veces que se le vio en público fue en el funeral por el que había sido su concejal, Enrique Real.

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Funeral de Enrique Real, expresidente de Junta Central Fallera Levante-EMV