Entre todos lo mataron, pero él no se murió". La figura que presenta el artista Pedro Rodríguez para Vall de Laguar es el símbolo de lo que, hasta el momento, ha sucedido, y de lo que puede seguir ocurriendo en la profesión de autor de fallas: el cierre del taller y la no continuidad en el oficio. Pedro Rodríguez, uno de los artistas más respetados del escalafón, tanto por fallas grades como infantiles, anunció su retirada en las Fallas 2020. La inestabilidad de la profesión le había llevado a probar, y obtener, una plaza en la función pública.

La pandemia obligó a aplazar su falla, dedicada a José Antonio Labordeta. Ahora, en 2022 plantará la que será su última obra, la octava en Vall de Laguar, con la que "cierro un ciclo donde me lo he pasado genial en cada uno de los proyectos, confieso que he disfrutado enormemente y me sentí realmente vivo".

El "ninot", al completo" PRM

En la exposición del Ninot lleva a la viuda de su propio funeral, urna de cenizas en ristre, con reparto de esquelas incluido.

En esta particular despedida sí que homenajea en los versos al poeta y crítico Quino Puig, fallecido el pasado año.

Pedro Rodríguez se ha ganado, a lo largo de su trayectoria, el respeto de los profesionales del oficio. Desde su pequeño taller (precisamente, junto a la falla Vall de Laguar), salieron gran cantidad de fallas infantiles de éxito. Tan sólo le faltó redondear con un primer premio de Especial con el que coqueteó en la plaza de la Merced. Esta comisón, junto con Mayor-Moraira y Reino de València-Duque de Calabria -donde consiguió el "ninot indultat" infantil en 2009, 2011 y 2013- han sido, junto con la de Vall de Laguar, sus principales espacios de éxito. Sin embargo, su calidad y reconocimiento está por encima de los premios. Como lo demuestran sus fallas de culto en Vall de Laguar, donde se escenificará su particular defunción artística y renacimiento en la vida real.