Hace mucho tiempo que la «plantà» infantil, señalada para el 15 a las ocho de la mañana, es una figuración. Hasta tres días llevan algunos artistas preparando sus fallas infantiles, que lucen preparadas para la visita del jurado. De arriba a abajo: José Gallego en Convento; Infantil de Pizarro; infantil de Espartero; Sergio Alcañiz en Gayano Lluch y Sergio Amar en Maestro Gozalbo. Los trabajos están ya preparados a la espera de la visita del jurado y el reparto de alegrías y frustraciones.

Seis meses y medio después, vuelven las sensaciones más esperadas del año: la alta competición de Fallas. Ahora sí, no regresará hasta dentro de un año. Pero apenas acalladas las sensaciones del pasado verano, las fallas infantiles vuelven a la calle para demostrar que son una de las mayores creaciones artísticas, efímeras o no, que se pueden encontrar en cualquier lugar del mundo.

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La falla infantil de Gayano Lluch, en imágenes Moisés Domínguez

Incluso ausente Iván Tortajada, lo que se presenta en calles y plazas es de una calidad absolutamente inexplicable. La generación actual de artistas llega con una perfección técnica incomparable. Y mira que ha habido épocas de grandes nombres compitiendo a la vez -aquel tiempo en el que Molés, López Albert y Blanco, por ejemplo, se batían de forma inconmensurable, o cuando se dejaban caer Julio Monterrubio o Miguel Santaeulalia-. Pero el presente es una invitación a acudir y a tomarse el tiempo para desentrañar cada uno de los mensajes -seguramente excesivos- que se transmiten en cada proyecto.

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La apuesta de José Gallego para repetir victoria en Especial infantil para Convento Jerusalén Moisés Domínguez

Quizá con un pero: la Sección Especial es tan espectacular, que acaba siendo hasta agobiante para el niño. En cierta medida parecen fallas infantiles hechas para que las vean los adultos.

En este contexto llegan los jurados, que habrán sido designados por una «bolita» que, sí o sí, hay que creerse. Y de cara al análisis, lo que resulta evidente es que es una competencia por arrebatar el primer premio a un José Gallego en el mejor momento de su creatividad, con un nuevo giro estético que le hace ser imprevisible, ora en València, ora en Alicante. En la recámara están los habituales: Duque de Gaeta y Fernando Foix, Maestro Gozalbo y Serio Amar; Reina-Paz y Ceballos y Sanabria... pero este año se les añade Espartero-Ramón y Cajal. Con un proyecto vitaminizado por Juan Armiñana, que quiere convertirse en animador de la categoría, como lo fue en su momento con Cuba-Buenos Aires o Nou Campanar. La necesidad de contener el gasto se ha llevado por delante a la más veterana participante, Sueca-Literato Azorín. Pero las doce que quedan son caviar artístico.

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La falla infantil de Gayano Lluch, en imágenes Moisés Domínguez