La "cremà" vuelve a sembrar de hogueras las principales ciudades valencianas

La lluvia apareció anoche. Y lo hizo con fuerza. Pero no fue suficiente para emborronar un espíritu fallero que llevó a miles de valencianos y valencianas en decenas de municipios de la Comunitat Valenciana a despedir entre las llamas a los monumentos que han devuelto, después de tres años, las fiestas falleras a su mes: marzo. El agua no impidió que el fuego, purificador, diera fin a unas fiestas que quedarán para el recuerdo.

Unos 500 monumentos, entre infantiles y grandes, ardieron ayer en la comarca de l’Horta o eran preparados para ser reducidos a cenizas, al cierre de esta edición, con lo que se culminaba una semana muy esperada, la de las Fallas 2022, que han devuelto una relativa normalidad a la fiesta, respecto a la pandemia, pero también un tiempo en el que las comisiones, juntas locales y ayuntamientos han tenido que hacer frente a fuertes inclemencias del tiempo. El viento y lluvia causaron graves daños al menos a una decena de monumentos, entre ellos uno en Quart de Poblet y dos en Albal, que se derrumbaron, en los primeros días. También deslucieron unas esperadas ofrendas en los pueblos y ciudades que optaron por celebrarlas, así como el aplazamiento en otros como Paterna (para ayer), Sedaví y Moncada (para la semana próxima).

El protocolo se cumplió en Gandia y ardieron sus 46 monumentos (23 infantiles y otros 23 grandes), no sin anécdota meterológica. A las ocho y media de la noche un tremendo chaparrón sorprendió a todos los que ya esperaban el momento para quemar las fallas infantiles de Gandia. En el centro de la ciudad las comisiones, que apreciaron el instante en que comenzaban a caer gotas, adelantaron el fin de fiesta, de manera que muchos asistentes a este espectáculo de fuego tuvieron que refugiarse de la lluvia, bien bajo los balcones, toldos o con el inseparable paraguas.

Las 19 comisiones de la capital de la Costera dijeron adiós a la edición 2022 de unos festejos marcados también por el mal tiempo. Siguiendo el dispositivo coordinado entre el Consorci de Bombers y la Junta Local Fallera (JLF), la cremà de los diferentes monumentos se repartió en cuatro rutas diferentes. La última falla en arder fue la de la comisión Ferroviària, ganadora de este año tras una reñida votación.

El fuego consumió ayer los cerca de 200 monumentos plantados en la mayoría de localidades de la Ribera. Alzira, con 35 comisiones, fue la ciudad que aglutinó un mayor movimiento de gente, pero la fiesta se adueñó de gran parte de la comarca. Pero las Fallas no se acaban en la Ribera: Catadau, Turís y Monserrat aún tienen que celebrar sus festejos.

Por su parte, las 30 comisiones falleras del Camp de Morvedre pusieron ayer punto y final a «las Fallas del retorno» con una cremà que, desde las 21 horas, empezó a reducir a cenizas todos los monumentos grandes plantados este año en Sagunt, Port de Sagunt, Gilet y Faura. Ahora, las comisiones ya piensan en esas Fallas 2023, donde, además de perder de vista la covid-19, todas esperan menos lluvia y viento que este año cuando, por este motivo, no ha podido hacerse la visita de cortesía a las fallas del Port y se han anulado tanto las mascletades como la Nit del Foc en Sagunt, mientras la ofrenda del Port de Sagunt se ha tenido que hacer dentro de la iglesia.

Tras dos años sin fallas en Dénia, el fuego devoró anoche los 24 monumentos de unas fiestas que no lograron esquivar la lluvia. El cielo dio una tregua y los falleros pudieron completar una emocionante ofrenda, pero la llovizna apareció cuando las llamas consumían el monumento infantil de Baix la Mar, ganador de la sección especial. Las fallas más esperadas han sido las del entusiasmo invencible de los falleros, que no se han dejado contagiar por el desabrido tiempo.