A las Fallas se llega por diferentes cauces, no sólo por el «me apuntaron antes de nacer». Marta Monzón tuvo que esperar cuatro años y ser la oportunidad que perseguía «mi abuela». «Habían sido falleros de honor, pero a ella le hacía ilusión vestirme de fallera y pasarme en la Ofrenda porque le encantaban las Fallas. No consiguió que ninguno de sus cuatro hijos lo hiciera y yo era la primera nieta». La primera esperanza con la nueva generación. «La sorpresa de todos es que ese día no me quería quitar el traje». La táctica fue dejarla que fluyera. Si se cansaba o no. «Y no: no me he cansado. Sigo sin querer quitarme el traje y he arrastrado al resto de mi familia». La Fonteta no le será escenario nuevo. Ya lo vivió en octubre de 2008. «Fui fallera mayor infantil y superé la preselección».

Se une a las numerosas profesionales del magisterio, pero con una especialidad muy señalada. «Soy Maestra de Audición y Lenguaje. Es una especialidad que sólo se puede trabajar en colegio. Somos los maestros de apoyo a la inclusión, los encargados de que los centros cumplan con la eliminación de barreras cognitivas o arquitectonicas y a la vez intervenimos con los nenes que tengan dificultades». Para patologías como «dislalias, disfonías, disfemias... y transtornos del espectro autista, sindrome de Down...».

De momento, haciendo camino. «Ya he intentado las oposiciones un par de veces, pero no dejo de trabajar». No puede ser más perfecta, en el mundo del profesorado, la descripción de su dinámica de trabajo: «en el mes de septiembre volveremos a la bolsa y a rodar». Pocas acciones son más deseadas por maestras preseleccionadas como «desactivarse de la bolsa». Es decir, una parada para ejercer de fallera mayor o corte.

Llegó al cargo de fallera mayor como todas las tripitidoras, pensando en las Fallas de 2020. «Había empezado a trabajar, permitirme cosas... mi madre fue muy clara en ese sentido: serlo cuando me lo pudiera permitir. Aunque luego, en la práctica, te ayudan mucho más de lo que te imaginas». En lo material y en lo que no. «Mi hermana me ha vestido muchas veces, ha aprendido a poner mantillas».

Y como tripitidora. «¿Donde estaba el 10 de marzo? «En una junta de cargos, que era la última del ejercicio antes de las fiestas que se avecinaban. Dijeron: «Vamos a poner el móvil que va a hablar el presidente». ¿Cómo me quedé? Como todos: blancos como la pared. Y yo pensando: «no me mireis porque voy a llorar como nunca». No se arrepiente de la triada. «Estos tres años no los cambio por nada. A todas las falleras mayores del sector nos unió más que nunca. En nuestro sector hemos sido mayoría». Un «tetra-reinado» tampoco se vería con malos ojos.