Cuando un escenario se convierte en un acontecimiento casi tan importante como el propio festival al que cobija, es porque lo que se ha diseñado y materializado es de enjundia. «Pues como dos fallas de Especial puedes decir». Manolo García, padre, hijo y taller, dan los últimos toques a una de las obras más ambiciosas salidas de la Ciudad del Artista Fallero. No hace falta, a estas alturas, reiterar la capacidad que tienen los agremiados para hacer cualquier tipo de trabajo relacionado con la escenografía y las artes aplicadas. Pero cuando la profesión atraviesa uno de sus momentos más complicados (mil veces se ha teorizado sobre «la muerte del oficio» y la amenaza ahí continúa, por errores propios y ajenos), la versatilidad de los profesionales demuestra sus enormes capacidades. Y también demuestra el peligro que supondría para la continuidad de la fiesta si la oferta de este tipo de productos fuera mayor o que los contratantes aún tuvieran más claro el virtuosismo de quienes después, por mucho menos margen, plantarán el próximo mes de marzo.
El escenario de Medusa es, seguramente, uno de los mayores ejemplos jamás realizados porque, además, reúne a una gran cantidad de profesionales falleros. Latorre y Sanz, Jordi Palanca, José Ramón Devís, Paco Ribes, José Lleonart, Manuel Algarra, Julián García, Juan Carlos Ferri, Agustín Villanueva, Rafa Olmos, Zvominir Ostoic... y así, hasta más de treinta que forman parte de una auténtica obra de ingeniería a la que se dan los últimos toques en la «plantà». Asegura Manolo García padre, «tampoco hay que negar que no todos los talleres pueden hacer. Pero lo importante es el equipo y la capacidad que tienen los artistas para hacer cosas así. Es lo más grande que hemos hecho. Con ellos se puede hacer cualquier cosa». Como el «remate», la enmascarada, llamada a ser tan icónica como más de un remate de Especial.
Este escenario es la punta de lanza. Porque de este mismo taller ha salido recientemente el escenario de Zevra o el techo de vareta del Agora de la plaza del Ayuntamiento. Todo antes de empezar a pensar en la falla municipal del próximo año.
Afortunadamente, no es un caso aislado. La temporada de verano ha traído otros portentos artísticos. David Sánchez Llongo se convierte en el Taller Creativo Creaciones Cachivache y ya ha hecho el verano con proyectos como el de los festivales Conejo Loco, «el escenario más grande que hemos hecho» o el Maudes en el estadio Metropolitano. hasta Daviz Muñoz presume de decoración en su nuevo Diverxo con alas del artista de Exposición.
También estos días, Las Naves ha sublimado la marca Valua, la marca evolucionada de «Regala Un Ninot», aquella plataforma que empezó sirviendo de intermediaria para que los artistas hicieran trabajos en tiempo de pandemia. Ahora ya reciben encargos de mayor calado, habiendo entrado en el mercado del turismo y el lujo. Recientemente se estrenaba la escenografía del restaurante Salvaje Marbella, con la firma de Latorre y Sanz, ArtEnFoc, Pere Baenas o Toni López, la decoración realizada para la convención anual de la firma Chanel o en el parque temático dedicado a la comparación entre Marte y el planeta rojo de las Minas de Rio Tinto.
Un trabajo que, si es necesario, se hace en plena plantà, como el que le llegò a Ximo Martí para decorar el último vídeo de Shakira y que, en definitiva, lo que pone a todos de acuerdo es el enorme contrasentido que supone la crisis del oficio en la faceta que le vio nacer, las Fallas, y las enormes posibilidades que puede desarrollar sin morir en el intento.
Moldes, impresiones 3D, pinturas, corcho blanco, materiales, técnicas. Simplemente con algunas modificaciones, un artista fallero se convierte en decorador de primer nivel. Arriba, alas de decoración para el restaurante DiverXO y decorado del festival Conejo Loco y decoración para Chanel desde Regala Un Ninot-Valua.
