"¿Cómo va a salir la fallera mayor cogida del brazo de otra señora?"

La exaltación de 1989 suscitó un problema protocolario que instauró la actual forma de aparición de las falleras mayores

Covadonga Balaguer y Clementina Ródenas protagonizaron la primera exaltación con alcaldesa

Covadonga Balaguer y Clementina Ródenas protagonizaron la primera exaltación con alcaldesa

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

La exaltación de la Fallera Mayor de València regresará al Palau de la Música el próximo año. Se trata de un escenario para el que, en lógica, no está concebido el acto (es un salón de conciertos, no un teatro). Pero que, finalmente, ha quedado asumido como espacio natural, después abandonar el que había sido lugar más pomposo -a la altura de la pomposidad del acto- como fue el Teatro Principal. El traslado tuvo su debate, cuando no su trauma. Y en su estreno, la exaltación de Covadonga Balaguer, también fue alimentado por un debate con su punto de género: "¿Cómo va a salir la fallera mayor cogida del brazo de una señora?". 

Vamos por partes. La celebración en el Palau de la Música es consecuencia del propio crecimiento de la fiesta. El aforo del Teatro Principal ya imposibilitaba atender las peticiones y conjugarla con los compromisos. De hecho, las comisiones, por entonces, no estaban tan bien tratadas como posteriormente: acudían en turno rotatorio ante las limitaciones de aforo. Ahora, ciertamente, el Palau ya es casi tan "clásico" como el Principal. Éste acogió 41 exaltaciones consecutivas desde 1948 y el recinto de la Alameda cumplió su 30 aniversario con la última celebrada hasta ahora, la de Marina Civera en 2019.

EL PALAU DE LES ARTS NO CONVENCIÓ

A la hora de buscar un lugar alternativo al Palau de la Música, uno de los espacios que se barajó fue el Palau de les Arts, con toda su solemnidad. Pero se descartó por dos razones fundamentales: el aforo era menor y la bajada de las falleras, con una pendiente tan pronunciada, no era ni solemne ni seguro.

La historia ya la conocemos: los problemas estructurales del edificio y su "cierre indefinido" ha desplazado el acto al Palacio de Congresos en sus ediciones de 2020 y 2022, con el intermedio de la imposición de bandas a puerta cerrada de 2021 en el Salón de Cristal. La reapertura se prevé para verano de 2023.

El caso es que la exaltación de 1989, la de Covadonga Balaguer, coincidió en el tiempo con la dimisión, apenas unas semanas antes, del alcalde Ricard Pérez Casado. 

Hasta entonces, la fallera mayor accedía al escenario cogida del brazo de la primera autoridad municipal. Así fue, por ejemplo, con Marta Querol, la última en el Teatro Principal y, a la poste, la última de Ricard Pérez Casado

Pero, claro, quien ocupaba ese espacio ahora era Clementina Ródenas. ¿Cómo arreglar esa cuestión protocolaria? "¿Cómo va a ir la fallera mayor del brazo de otra señora?". 

Marta Querol (1988), cogida del brazo de Ricard Pérez Casado

Marta Querol (1988), cogida del brazo de Ricard Pérez Casado

"La sostendrá ligeramente por el codo"

Se barajaron versiones: "la alcaldesa irá detrás y le sostendrá ligeramente por el codo". "La esperará en el escenario". Al final, ni una cosa ni la otra. Mucho más sencillo: después del concierto de la Banda Primitiva de Lliria, dirigida por Luis Cobos, Covadonga Balaguer apareció por el pasillo derecho del Palau en solitario, con la alcaldesa apenas un paso por detrás. Después le impuso la banda, le dio dos besos, saludó y la fiesta continuó. Similar a lo que se haría después con la exaltación infantil de María Montoro. 

Clementina Ródenas desfila por detrás de María José Oliver (1990)

Clementina Ródenas desfila por detrás de María José Oliver (1990)

Esta fórmula ha quedado institucionalizada porque Clementina Ródenas aún presidiría la exaltación dos años más, mientras que Rita Barberá lo hizo en el periodo desde 1992 a 2015. Con lo que, para la llegada de Joan Ribó, no había debate imaginable: el alcalde marcha detrás de la fallera mayor. De hecho, la distancia ha ido haciéndose mayor y ahora ya no es inmediatamente detrás, sino un par de pasos por detrás.

La cortina y el montacargas, experimentos fallidos

Tan sólo hubo dos experimentos en los primeros años de Barberá, cuando la concejalía de Fiestas la llevaba Unión Valenciana: se buscó una fórmula imaginativa pero, finalmente, las buenas intenciones no convencieron. Mónica Palmer, en 1992, apareció de frente desde el escenario, desde unas cortinas. ¿Cual fue el problema? Que al anunciarse su nombre el público, por lógica, giró las cabezas en dirección a la entrada, no al escenario. Tan sólo con el paso de los segundos el respetable público fue dándose cuenta de que tenían a su fallera ya en el escenario. Y en 1993, Remedios Rodrigo apareció emergiendo por el montacargas. Dos fórmulas con su punto de riesgo y audacia pero al año siguiente se volvió a la estructura tradicional.