La boda más fallera del año: el 16 de marzo, de valencianos, y una novia de la corte 2002

Mamen Medina y Jorge Gandia contrajeron matrimonio por sorpresa y al acabar el primer pasacalle de la semana fallera

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Aunque la temporada de bodas acaba de empezar, no cabe duda que la más peculiar del ejercicio ya tiene dueña: Mamen Medina y Jorge Gandía. Si repasan los archivos, a ella la recordarán como una de las componentes de la corte de honor de 2002, la de Sara Martín como fallera mayor. 

Peculiar porque se celebró en plenas fallas, el 16 de marzo. Y peculiar porque se anunció "salvo a mis padres y cinco personas que bajo ningún concepto quería que faltaran" después de la cena de la "plantà" a los componentes de su falla de toda la vida, San Miguel-Plaza de Vicente Iborra. Y peculiar porque tuvo lugar al acabar el pasacalle del primer día de fiestas, por la mañana, con novia y novio vestidos con indumentaria tradicional. 

Al acabar el desfile, y mientras la fallera se transformaba en novia poniéndose la mantilla, la comitiva se desplazó a la parroquia de Nuestra Señora del Puig, de los Mercedarios. Para lo cual... no tuvo más que cruzar al acera. 

El anuncio, durante la cena de la "plantà", unas horas antes

"Se nos ocurrió hace unos meses. "Oye, ¿por qué no nos casamos en Fallas. Y vestidos de valencianos?". Y lo que pareció una locura se materializó en todo un acontecimiento. Sin más invitación que la oral a los miembros de la comisión, micrófono en mano. "No quería que, en plenas Fallas, la gente tuviera que entrar en el centro. Los que nos queremos, nos queremos. Mandé muchos vídeos, eso sí". 

Allí estuvo de padrino el presidente de la comisión, la fallera mayor hizo una de las lecturas y echaron una mano Rocío, también hija del presidente, y Koke, el hijo que la feliz pareja tiene desde hace cuatro años. Ni siquiera faltó Lola, la otra hija de Mamen.

Un brazalete fue el color azul para la novia, regalo de dos de las componentes de la corte "las dos que lo sabían", Silvia Cánovas y Mireia Mossi. Todas estuvieron en la mente. "Aunque han pasado tantos años, seguimos en contacto y nos seguimos llevando bien". 

Mil peculiaridades en un "festejo" añadido al programa. Mamen, que da nombre (Carmen Medina) a un establecimiento de estética en la calle Borull, quería algo totalmente diferente. "Que nadie se preocupara por el regalo, y que entraran por estar con nosotros, además si podían, porque también tenemos claro que después del pasacalle, la gente lo que quiere es cambiarse. Pero hubo bastante gente que lo compartió con nosotros en la iglesia y después, todo el mundo en el casal". Donde hubo tarta "eterna" los cuatro días: una mega construcción del horno Borrull. 

Un traje muy especial

El traje tuvo su toque emotivo. No es el de fallera mayor de San Miguel del año 2001. Ni siquiera el llevó como oficial en la corte de honor. Fue un traje que se hizo ella, durante su año de fallera mayor, a partir de una tela elegida por su padre en Camilo Miralles unos pocos años antes antes de faltar. Con la promesa de que, cuando fuera fallera mayor de su barrio, sería para ella. El más significado, que llevó en la Feria de Muestras cuando fue elegida para un año único.

El ramo, un romanesco

Pero hay más: el ramo no era tal ramo sino un romanesco (el primo hermano del brócoli), embellecido con flores blancas, regalo de Silvia, una de sus empleadas. 

Donde las dan, las toman: si la comisión fue informada casi en el último minuto, a ésta todavía le dio tiempo de organizar una colecta y regalar a la pareja una noche de hotel y una comida en la estrella michelín La Salita, todo ello entregado en un ninot en forma de corazón. "No me preguntes cómo les dio tiempo a todo". Eso hace de mini-luna de miel. "Los niños tienen que seguir su ritmo y nosotros también". Y son ocho años ya de conocerse y compartir, a falta del "Si, quiero" más particular de la historia. Por ser en Fallas, de falleros -no podía ser de otra forma- y por el factor sorpresa.