El trono de las Fallas vuelve a casa

María Estela Arlandis y su corte completan su primer tercio de reinado con la fiesta de exaltación en el renovado Palau, que se prolonga hasta la una de la madrugada, pero que anuncia la llegada de un mes y medio de fiesta sin pausa

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

El Palau de la Música volvió a acoger la gran fiesta que marca uno más de los infinitos «inicios» que tiene. Pero es verdad que entre el fin de semana de exaltaciones -este sábado le toca a Marina García- y la inminente llegada de los ninots a la exposición no cabe duda que se ha subido un campamento base avanzado y que la cima de la fiesta está cada vez más cerca. Febrero va a llegar con una marcha más y la fiesta de anoche lo anunciaba. Este fin de semana termina el amplio periodo «peineta» y cada vez más, la fiesta pone cara de ninot.

El desfile de las falleras supuso, de alguna forma, la sensación de que nada hubiese pasado y mira que ha pasado, desde que por allí desfilaron Marina Civera y su corte en enero de 2019. Media vida después, las emociones volvieron al mismo pasillo de tantas otras veces. Desde Natalia Palomero, la primera, a María Estela, que salió por el mismo pasillo que hace trece años, cuando era una niña que ni imaginaba lo que le iba a deparar la vida. El desfile con la emoción, contenida o no, porque el acto se trata de eso: de emociones. Le guste a quien le guste.

Exaltación de María Estela: Así ha sido la llegada al Palau

La exaltación de María Estela / Germán Caballero

La exaltación es un acto con poco margen de mejora y que hay que ser un inconsciente para empeorarlo ostensiblemente. Con el cambio de color en el Ayuntamiento, no ha habido grandes sensaciones de cambio. Si se quiere, se alargó en el tiempo, volviendo a aquellos horarios incomprensibles de las dos de la madrugada (hasta la una el acto y sesenta minutos más de castillo y fotos de recuerdo) para irse a casa. Quizá le faltó un poco más de ritmo, y recuperó cosas que siempre son complicadas de apreciar o rechazar, como las canastillas -con el arrebato patriótico del respetable público, que enloqueció con las de los militares-. Pero nada que no se vea en cualquier otro año, donde a la noche siempre le sale alguna tecla o algún aspecto que sale bien.

Comentarios aparte merecen el espectáculo -cumplió con el objetivo, pero a la vez salió a precio de orillo- y la mantenedora, que lo mejor que puede decirse es que aseguró el empate. En la tibieza que supone no triunfar pero tampoco derrumbarse. En el equilibrio.

Y la gente volvió a su Palau. Con una tranqulidad pasmosa. Se anunció casi con desesperación, que el público entrara en el salón. Hay que reconocerle al Palacio de Congresos que era muy operativo. Pero una vez llegaron María Estela con su traje madreperla, Marta Lozano en blanco y negro, con tres grandes flores formando el palabra de honor, y María José Catalá con smoking negro de Marta de Diego, la gente se tomó la subida con tranquilidad. Y así sería a lo largo de la noche, pues María Estela hizo su aparición por el pasillo cuando los relojes, si los hubiera, marcaban las doce de la noche.

Como queda dicho, dos aspectos que se esperaban con especial interés. Por una parte, el espectáculo musical, ya criticado previamente por su ausencia de guiño valenciano y por el elevado precio del mismo: por algo más de media hora, dos tercios de lo que cuesta la falla infantil municipal.

El espectáculo, Algo Pequeñito

El resultado: como espectáculo, bueno. Porque es difícil equivocarse con los musicales y con la voz de Daniel Diges. Incluso puede decirse que no es ni de lejos, la primera vez que el a propósit no es en clave valenciana. Y hasta que refrescar el repertorio tampoco pasa nada. Pero también es innegable que ha salido a muchos euros el gorgorito y que no tiene nada de exclusivo. E incluso podría haber hablado menos, gritado menos y cantado más. O aprenderse mejor el concepto de fallera mayor y corte -lo tenía que mirar en una "chuleta" que tenía tras un foco. Pero a la hora de hacer lo que hay que hacer, actuar, la gente estuvo atenta. La prueba: el escaso número de pantallas de teléfonos encendidas que se veían, a vista de pájaro, en el patio de butacas. En su conjunto, correcto, entretenido pero, para las exigencias del acto... Algo Pequeñito.

Después, las canastillas, que podían haber sido más rápidas para evitar su efecto narcótico. Se prometía más ligereza y, bueno, quizá no hubo tanta, aunque antaño era muchísimo peor. Llegaban, subían, saludaban y entonces se anunciaba la siguiente, que ya estaba preparada. Hay que asumir la realidad: la ofrenda de flores es un mal necesario. La concurrencia se volvió loca con las ofrendas militares. La del Valencia CF no apareció.

Exaltación de María Estela: Así ha sido la llegada al Palau

Exaltación de María Estela: Así ha sido la llegada al Palau / Germán Caballero

El discurso

Y llegó el discurso de la mantenedora, la influencer Marta Lozano. También esperadísimo porque era un escenario nunca visto: ni para la fiesta ni para la narradora. Con todas las opiniones previas sobre lo adecuado y lo inadecuado de este tipo de comunicadoras para este cometido. Como queda dicho, puede decirse que superó la prueba sin verse desbordada. Sin volver loca a la concurrencia. El discurso no se recordará como algo excepcional, pero tampoco fue un despropósito, como ha sucedido en otras ocasiones en ese atril. Fue plano, planito. Y a un mantenedor siempre hay que agradecerle la valentía de afrontar el reto, que no es poco.

«Hay infinidad de palabras que describen a María Estela, como tu carisma, tu generosidad o tu cercanía. Sin embargo, estoy convencida que tu particular alegría será una de las virtudes que más satisfacciones nos dará a lo largo de tu reinado». Y desveló que se conocían de antes: «¡Quién nos iba a decir a nosotras, la primera vez que nuestros caminos se cruzaron, justo una semana antes de Fallas, que hoy estaríamos aquí, juntas y de esta manera!».

"Me faltan palabras..."

Como frase más inspirada, la de que «cuando viajo, tengo la oportunidad de conocer a gente de otros países, y al intentar describir la grandeza de nuestra fiesta y de nuestra cultura, me faltan las palabras para explicar en qué consisten nuestras magníficas Fallas… Y es que hay cosas que solo los valencianos y valencianas entendemos... Como el momento en que alguien lo dice: Hace día de Fallas», y con alusiones a los modistos, su mundo, y el empleo de la indumentaria tradicional. "La orfebrería, la seda valenciana, los encajes, las manteletas… piezas que han trascendido los límites de la fiesta, como un recurso efectivo en creaciones de grandes diseñadores como Margiela, Reem Acra o mi querido amigo, el modista, Lorenzo Caprile". Ese era su mundo. Que le permitió salir ilesa de un compromiso que, hay que reconocérselo, no era fácil. Ahora esperamos su post.

El acto terminó a la una y se prolongó una hora con el castillo y la post-exaltación. Noche tradicional. Como tradicional, al mil por cien , es la fiesta que empieza. Con María Estela, que ha vuelto.

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