De "Fallera Machor" a "Fallera Major" en tan sólo 90 años

La elección de Berta Peiró como fallera mayor de València 2025 supone un regreso al pasado, un bucle de otra vida, en la historia del cargo representativo. Con el añadido de que siempre da la casualidad que supone la «cifra redonda». La Telefonada al casal de Ripalda-Beneficència-San Ramón suponía devolver el cargo a ese mismo lugar noventa años después. Al mismo sitio en el que lo recibió Vicenta Montoro en el año 1935. 

En bien poco puede parecerse la fiesta de un periodo a otro, pero algo estaba pasando en la ciudad alrededor de las Fallas. La historia recuerda ese periodo como el final de la Edad de Oro de la misma. Que habría continuado si poco más de un año después, no hubiese estallado la Guerra Civil. Las Fallas habían abandonado su condición de fiesta vecinal, más molesta que trascendente y, asimilada como alternativa por los gobiernos municipales, estaba creciendo de forma exponencial. En número de fallas, en calidad de monumentos y, sobre todo, en calor humano. Las crónicas de aquel 1935 ponen de relevancia la «animación» existente en las calles de la ciudad y, sobre todo, de forma casi obsesiva, la llegada de visitantes, ya fuera en barco, tren o en los primigenios autocares. 

En ese contexto, la fiesta -que aún no tenía una articulación tan potente como ahora- ha decidido autoconcederse una figura representativa entre las señoritas de la ciudad. Y curiosamente, en aquellos años treinta, el proceso era tan dilatado en el tiempo como ahora: la elección tenía lugar en la Gran Fira. Era una forma de aprovechar el tirón de los dos grandes acontecimientos ciudadanos. 

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Una fiesta en la Gran Fira

La propia Vicenta, «Vicentita» lo narra en el llibret de la falla de 2007: «Hicieron una verbena en Viveros. Pusieron tres fotografías de cada candidata y debajo de ellas, una urna para que cada persona depositase el voto a la que le parecía más guapa o le gustaba más. El resultado tampoco se conocía esa noche. A los dos días vino a mi casa una delegación el Comité Central Fallero, acompañada de una Banda de Música y el presidente de mi comisión, para darme la noticia». Y más aún, al día siguiente, es decir, aún en pleno verano, le impusieron la banda, que estrenaría en la Batalla de Flores. Una banda con la borla tricolor y la denominación «Fallera Machor». 

La plaza del Ayuntamiento (entonces de Emilio Castelar) aún no tenía falla, aunque ese año se quemaron allí los «ninots» de la Exposición, salvo el indultado de la Plaza del Mercado, y había alguna «mascletà» en «engraellat». Muchos años después, en 1992, subió al balcón para presenciar el presente de la fiesta en primera línea. 

Pasadas las Fallas de 2009, y a los 91 años, Vicenta Montoro fallecía en su domicilio en Moixent, siendo trasladada y enterrada en el Cementerio General. 

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Años después, en 2018, la Junta Central Fallera escenificó la entrega protocolaria de recuerdos de Vicenta para el archivo fallero tras las gestiones realizadas por el historiador y miembro del departamento de archivo, Javier Mozas. Fue su sobrino quien firmó el protocolo de entrega, acompañada también por recuerdos de una de sus damas, Ascensión Valero, que llevó su hija.

Las comisiones no tenían, ni de lejos, la continuidad de la actualidad. Pero ya por aquel 1935, los Peiró, que residían en el barrio, aceptaron la petición de la comisión de presentar a su hija de 17 años al concurso. Finalizando el primer cuarto del Siglo XXI, la cuarta generación, en forma de Berta Peiró, desandó el camino iniciado por Vicentita para escribir una fiesta cuyos trazos dependerán de ella misma.