Noche de Fallas, Berta y Solidaridad

La Exaltación de la Fallera Mayor de 2025 reivindica el carácter de unión del pueblo valenciano para salir de su mayor tragedia con el protagonismo solidario de las comisiones y toda la sociedad fallera

Exaltación de la Fallera Mayor de València 2025 Berta Peiró

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

«Este año, no solo portáis una banda, unas sedas o un espolín impecable, este año representáis la fuerza, la sensibilidad y la unión de un pueblo que, ante la adversidad, se levanta y sigue adelante. Que, cuando el barro cubre las calles, las limpia. Que, cuando el dolor golpea fuerte, tiende la mano. Los valencianos estamos acostumbrados a “patir”, pero nadie nos había preparado para esto, para vivir la mayor tragedia de nuestra historia». Las palabras de la mantenedora, Jose Sáez, a las primeras de cambio, sirvió para recordar que la Exaltación, como prácticamente todo lo que ha rodeado, rodea y rodeará a las Fallas 2025 están condicionadas, relacionadas y marcadas por unos sucesos, los de la dana, que ocurrieron hace tres meses, pero que perdurarán en el tiempo incluso aunque la ciudad se haya visto menos afectada en lo material, que no en lo espiritual, que en aquellas Fallas de 1958, las de cuando los hombres callaron y las piedras hablaron.

Las Fallas lo tienen claro y el día grande en la vida de la fallera mayor, Berta Peiró, y su corte de honor, la exaltación se convirtió, por mor de este discurso, en un acto de reivindicación: «Cuando la dana cubrió de fango nuestra tierra, el mundo fallero fue de los primeros en reaccionar. Cualquier actividad se paralizó para centrarse en lo que realmente importaba: las personas.

Recuerdo la respuesta inmediata de tantas comisiones que, sin pensarlo, abrieron sus casales para recoger alimentos, ropa y agua. Con una dedicación y entrega admirables. Este año, plantaremos ninots cubiertos de barro o fallas incompletas. La Geperudeta recibirá a muchos falleros y falleras con trajes prestados o recuperados a base de pistola de agua a presión. Y los casales saldrán a la calle, como se hacía antes, porque no hay local donde resguardarse. Pero no importará… porque las Fallas son mucho más que una fiesta: son un acto de unión, un grito de esperanza». Y también de las trece protagonistas de la fiesta de anoche: Os hemos visto en Mercaflor, organizando y cargando cajas, y también acompañando a las falleras mayores de las pedanías afectadas. Habéis creado con ellas una relación muy íntima y cercana. “No tienen nada y te lo dan todo”, me contabais emocionadas la tarde que os conocí».

Y está muy bien que se diga todo. Que se recuerde y se reivindique porque es lo que marca la diferencia en un acto normalmente inmutable, en el que el color del espolín, lo acertado o no del espectáculo musical, la presencia de autoridades -este año no estuvo el president de la Generalitat- o lo largo o corto que se hace el desfile de canastillas componen el tronco de un acto que para Berta Peiró supuso la sublimación de su vida, que podrá disfrutar durante los próximos meses y mantenerlo para toda la vida.

Espectáculo desacertado para el día

¿Lo acertado o no del espectáculo? Pues no. Sí, se recuperó la Banda Municipal, pero no fue un espectáculo a su altura ni del acto. Voluntad, toda la del mundo, pero asocias la Exaltación a más calidad no ya rítmica, sino vocal y, por encima de todo, de sensaciones. Si, prueba superada en el público, que llegó a pedir un «otra, otra» a grito pelado (por cierto, sin éxito). Pero no en una, hay que recordarlo, Exaltación de la Fallera Mayor de València. La de ayer era una noche de solemnidad, no de cualquier 18 de marzo por la noche o de la Gala Fallera. Saltos y brincos, en otro escenario, no en una vulgarización de la fiesta más solemne del calendario.

Lo bueno de la Exaltación es que esto se olvida pronto porque la atención se centra en las chicas. En Claudia, Carolina, María, María, Paula, Claudia, Carla, Mireia, Carme, Beatriz, Carolina, Lucía y, de remate, Berta. «Una niña despierta, trabajadora, sensible, transparente, con una madurez extraordinaria -porque, como dices, la vida se encargó de que creciera a otro ritmo- y con carácter... fuerte y abierto, que ha heredado de su padre, de Tomás». El gran ausente de la noche. «Sé que, en los momentos felices, las ausencias pesan más... y quiero aprovechar este momento para poner en valor el legado de tu padre. Él te transmitió su amor por la fiesta, por las tradiciones, porque él las heredó de su padre, de tu abuelo, y quiso que su niña, su bichito, también lo viviera con esa pasión. Por tus venas corre sangre fallera gracias a él». Y la vida fluye y continúa. Menos confiada y más solidaria.

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