El nuevo Reglamento Fallero propone quitarle al concejal la gestión directa de la JCF

El anteproyecto, sobre el que hay que presentar enmiendas, deja la responsabilidad en un «presidente ejecutivo» elegido por el edil y en un secretario elegido por los falleros y con sueldo del Ayuntamiento

Ballester y su directiva, en la asamblea en que se aprobó celebrar el Congreso Fallero

Ballester y su directiva, en la asamblea en que se aprobó celebrar el Congreso Fallero / Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

El nuevo Reglamento Fallero, con la organización y estructura de la fiesta, ya está redactado en su versión «anteproyecto». Es decir, el texto «madre» sobre el que hay que presentar enmiendas. Para ser definitivo tiene que pasar el proceso de debate para quitarle, añadirle o modificarle premisas en el futuro Congreso Fallero.

La propuesta inicial pretende un cambio importante en la Junta Central Fallera. Pero un cambio que se prestará al debate. Tanto por su conveniencia como por su legalidad, por su encaje en la Ley de Bases de Régimen Local. 

En esencia, este proyecto de nueva «Constitución» de la fiesta pretende apartar de forma ostentosa al Ayuntamiento y dejar en manos delegadas la gestión de la Junta Central Fallera sin dejar de dotarla económicamente. Y con otra novedad: conceder a la asamblea de presidentes un cargo remunerado para alguien que ésta elija. Es una semi independencia en la que la casa grande puede seguir llevando la gestión de la fiesta, en todo caso, con el mando a distancia.

En la actualidad, el funcionamiento de la Junta Central Fallera es muy sencillo: el presidente es el concejal, quien nombra a sus personas de confianza: vicepresidentes y secretario general, de acuerdo con varios requisitos. Y éstos a su vez nombran sus equipos de trabajo.

Despojado de atribuciones

Ahora, la presidencia ejecutiva dejaría de tenerla el Concejal de Fallas, a quien se despoja de atribuciones. Prácticamente se le manda a vía muerta. Rebautizada como «dirección general», esa Presidencia Ejecutiva pasa a ser ostentada por un fallero designado por el concejal, con condiciones acreditativas para ello. Es lo que ahora desempeña Nico Garcés como «secretario general» y «coordinador general». Y ese nuevo presidente ejecutiva es quien nombra y cesa directivos y le asigna áreas de trabajo.

Primero, la paga; después, las funciones

Y por debajo se incrusta ahora el «secretario general». Es (sería) elegido por la asamblea de presidentes de forma anual. Y no deja de ser significativo que, en el propio texto, se habla antes de su paga que de sus funciones.

Tendrá la retribución que designe el Consell Rector de la JCF y no requiere ninguna titulación técnica. Tan sólo haber sido fallero doce años y haber tenido algún cargo directivo en la fiesta. Un auténtico gordo de la lotería.

Esta persona podría acumular también el cargo de gerente (el que ahora tiene Carmen Martínez Ferrer como secretaria encargada de los procesos técnicos, como las licitaciones) o puede disociarse, en cuyo caso habría retribuciones por separado.

¿Qué haría ese nuevo secretario general? Las atribuciones son difusas. El texto habla de facetas burocráticas («controlar el censo», «cursar las convocatorias», «controlar el derecho de voto», «cursar circulares de concursos», «actuar como secretario del pleno y de la asamblea») y, en definitiva, «coordinar la estructura orgánica y funcional de la JCF», así como «representar a la JCF en cualquier mesa de negociación sobre la organización de concursos o cualquier otra mesa por delegación del presidente ejecutivo».

Sería él quien nombrara los delegados y secretarios, pero que lo son realmente «a propuesta de los vicepresidentes de área». O sea, dar un asentimiento. 

De los vicepresidentes, que hasta ahora son cinco, sólo habla de «un mínimo de tres». El concejal no los nombra. Lo hace ese nuevo «presidente ejecutivo». 

Con los vocales de Junta Central Fallera se incluye un aspecto llamativo: la limitación de su presencia en la casa grande: sólo pueden estar seis años consecutivos o doce alternos. Por último, se mantienen las figuras de vocales de libre designación, asesores y adjuntos. Vocales y adjuntos forman parte del pleno de la JCF.

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