Déjà vu fallero: Así fue el Castillo que anunció el sábado festivo

Pibierzo recurre a un clásico sin fuego terrestre para recuperar sensaciones de los años ochenta

Así fue el Castillo del 7 de marzo

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

El viernes que anunció el Prefallas terminó con un castillo en la plaza del Ayuntamiento. Castillo porque fue todo fuego aéreo y de colores. O sea, castillo en toda regla. No al nivel de los que se disparaban por allí hasta hace cuarenta años y que dada su envergadura se decidió trasladarlos al Jardín del Turia en el año 1987.

Pibierzo se dedicó exclusivamente al aéreo. Y tanto es así, que ni siquiera en la autorización se dejaba lugar a dudas: no fue haciendo referencia al "espectàcul pirotècnic" sino a que comenzara el "castell". Con sus efectos digitales, sus carcasas y, en definitiva, un disparo corto, como se pide en estos casos. No aquellos de veinte minutos o más, con carcasas de alto calibre, gusanitos y, sobre todo, cañas que caían del cielo. Y con mucha menos distancia con el centro de la plaza. 

Pantallas de móviles protagonistas

El público se divirtió y amenizó la noche con otro elemento propio de la modernidad: las pantallas de móviles, que llenaron la oscuridad de los momentos previos. 

En el balcón, además de la comitiva, protagonismo para los Bomberos. El concejal Juan Carlos Caballero quiso recompensar al cuerpo con una experiencia de balcón que, en estos casos, es mucho menos agobiante. 

Antes de marcharse, fallera mayor y corte visitaron la falla municipal. Mejor dicho, los plásticos de la falla municipal, que tenía ya elementos desde la tarde-noche del viernes, aunque de momento son más de la parte decorativa que de la fauna que espera vislumbrarse a lo largo de estos días y que empezarán en nada a dar contenido a la plaza de todos.

La noche del sábado al domingo tiene nuevo disparo. En esta ocasión, de Reyes Martí.

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