"Ahí planté la torre Eiffel"

A sus 87 años, el maestro fallero José Varea recuerda sus obras más singulares y repasa la evolución en el sector. Cree que la mecanización ha jugado en contra y que puede estar detrás de la crisis que atraviesa el sector.

El maestro José Varea, con la plaza del Ayuntamiento y la falla municipal atrás

El maestro José Varea, con la plaza del Ayuntamiento y la falla municipal atrás / Fernando Bustamante

Íñigo Roy

Íñigo Roy

"Ha cambiado todo una barbaridad... pero cuando me asomo a esta ventana veo exactamente el mismo lugar donde planté hace casi 60 años con mi padre la torre Eiffel". A sus 87 años, el maestro José Varea es historia viva de las fallas y cada vez que pasa por la plaza del Ayuntamiento durante la semana fallera esboza una picarona sonrisa cuando recuerda sus andanzas allá por 1966 cuando sorprendió a medio mundo al plantar junto a su padre uno de los monumentos más icónicos de la historia de las fallas.

Con 32 metros de altura, la obra de Varea sigue estando presente en el ideario colectivo y no es para menos al ser una verdadera obra de ingeniería. "Fue una locura. Pero es cierto que la torre sigue siendo uno de los monumentos más altos jamás plantados en las fallas. Era una barbaridad que, además de ser una falla, era toda una demostración de que los artistas falleros somos artesanos y también un poquito ingenieros". Y no es para menos, la réplica fallera de la torre, por la que Varea y su padre cobraron unos 600.000 pesetas de la época, pesaba 25 toneladas, se utilizaron 24 toneladas de madera, 22.000 tornillos y 350 tableros de madera. "Fue todo un reto para la época. Queríamos hacer una falla moderna en la que el público pudiera entrar. Se podía entrar por una escalera y subir al primer piso como en torre Eiffel de verdad".

A sus 87 años, Varea señala dónde él y su padre plantaron en 1966 la famosa falla de la torre Eiffel

A sus 87 años, Varea señala dónde él y su padre plantaron en 1966 la famosa falla de la torre Eiffel / Fernando Bustamante

Tras la torre, al año siguiente padre e hijo volvieron a plantar otra falla histórica en la plaza del ayuntamiento. Aunque no tuvo el mismo impacto que la del año anterior, la falla ‘de la bota’ también se ha ganado un hueco destacado en la historia de las fallas. Coronada con una bota, el monumento era totalmente visitable en su interior convertido en una exposición de cuadros.

Vuelta a la plaza del Ayuntamiento

59 años después, Varea ha querido compartir con Levante-EMV una agradable charla mientras asistía con su familia al disparo de la mascletà de este sábado, a cargo de pirotecnia Aitana.

La historia de Varea y su familia va unida a la de las fallas. A los 9 años empezó a trabajar en el taller de su padre y, desde entonces, no ha parado hasta los 65. En total, de sus manos (porque se califica como un auténtico artesano) han salido más de 372 fallas y algunos ninots indultats. Su opinión sobre las fallas tiene peso y no es para menos y echando la vista atrás insiste en que el sector "ha cambiado muchísimo".

De los moldes de arcilla al corte por ordenador

Varea subraya que hasta hace unas décadas todo se hacía a mano, con moldes de arcilla y de forma artesanal... "Ahora la tecnología y las máquinas han entrado de lleno en el sector y todo se modela por ordenador y a máquina", matiza Varea. Para este maestro fallero, no hay que descartar que esta mecanización esté detrás de la crisis que ha experimentado el sector durante los últimos años.

Con una mente preclara, el maestro Varea hace hincapié en dignificar el oficio, un trabajo singular propio de València, y asegura que el artista fallero es una muestra del arte y del sentir valenciano.

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