Turianova y Moreras salen del cascarón: "Somos las fallas de la nueva València"
Las dos comisiones nacidas al calor de sendos PAI viven su primera experiencia con un sentimiento agridulce, entre la felicidad de haber visto la luz y la tristeza por haberse encontrado una de las Fallas más lluviosas de los últimos años. Sus proyectos son representativos de la expansión de la ciudad: lo forman familias jóvenes de muchos países distintos

La comisión de Moreras logra rejuvenecer el censo fallero de la ciudad / Levante-EMV

Las Fallas guardan cierta relación con el urbanismo de la ciudad. Se delimitan parcelas provisionales con uso casi terciario y dentro se levantan casetas que durante días albergan parte de la vida del barrio. Pero no solo eso. Allí donde se expande València, se forma una nueva comisión. Turianova y Moreras son dos de los PAI más recientes de la capital del Turia y estrenan falla este año con jóvenes comisiones que ya sobrepasan los 100 socios.
Por un lado, la Falla Suïssa-L’Alqueria del Favero (bautizada como «Moreras») es la comisión número 396 y ha logrado sumar 110 socios en el año de su estreno. Por otro, la Falla Gonzalo Tejero Langarita-Vicente Chuliá Campos («Turianova») ocupa el puesto 397 tras romper el cascarón con 124 socios reunidos en tiempo récord.
Como todo nacimiento, el de Turianova fue ilusionante pero tenso. «Creamos un grupo de Telegram y nos fuimos añadiendo. Al principio hubo muchas discrepancias entre vecinos, los no falleros pensábamos que íbamos a plantarles una carpa debajo de casa», cuenta la fallera mayor, Cristina Ballester, de un barrio rodeado de la más absoluta tranquilidad. «Es tranquilo ahora porque estamos en construcción, pero dentro de un tiempo habrá más edificios y un centro comercial y la zona dejará de ser así», matiza la fallera.

La comisión de Turianova acumula 124 socios en un barrio sin cultura fallera / Levante-EMV
En todo caso, despejada cualquier suspicacia, la carpa se ubica en un solar apartado de las fincas blancas residenciales que se yerguen imponentes para configurar el nuevo horizonte de la ciudad. «Estamos ayudando a mantener la tradición. Esto es un nuevo barrio, València crece en extensión y la fiesta de las Fallas también tienen que crecer en paralelo. Nosotros somos las fallas de la nueva València, y para mí es un honor ser la primera fallera mayor de Turianova», añade Ballester.
Son las comisiones de la nueva ciudad no solo por una cuestión temporal o territorial. También hay que fijarse en ellas por lo que cuentan a través de su configuración social. «Esta zona es de residenciales nuevos y en la falla hay mucha familia joven. Mucho matrimonio con recién nacidos. Tenemos unos 20 niños, la mayoría bebés. Nosotros nos juntamos unos 30 falleros para montar este proyecto, pero en general en el barrio no existe esa cultura porque hay mucha gente de fuera de València», explica Cristina Ballester, quien no se ha cansado de hacer proselitismo.

Cantera de la Falla Moreras con su presidente, José Santos / Levante-EMV
«En la falla tenemos madrileños, cordobeses, venezolanos y hasta una tunecina. Son amigos que habíamos hecho en las fincas pero que no sabían nada de las Fallas. Se han unido por quienes montamos esto. Además, en uno de los edificios está lleno de ucranianos y ya han empezado a preguntar. Estamos llevando la cultura fallera fuera de nuestras fronteras. El año que viene seremos más», profetiza la fallera mayor.
A 5 kilómetros en dirección este, casi pegando al puerto, se ha formado otra comisión, Moreras, que está viviendo sus primeras fallas con sentimiento agridulce. Muchísima emoción pero con el corazón encogido por la lluvia. Se estrenan bajo un chaparrón perpetuo. «Yo ya no quiero mirar más la previsión meteorológica, cada vez que la miro empeora», dice José Santos, su presidente. «Aquí hemos tenido a niños jugando bajo la lluvia pero otras cosas no las hemos podido hacer. Mi mayor temor es la Ofrenda. Nosotros salimos en el primer sector y nos dolería mucho que se suspendiera».

Las falleras de Turianova hacen sus propios ramos de rosas / Levante-EMV
Más allá de las lluvias, que no solo afecta a los falleros -también ha enfriado algo las reservas hoteleras-, en la penúltima comisión novel viven su proyecto como una oportunidad de convivencia familiar y multicultural. «Este barrio es muy variopinto. Tenemos gente con las viviendas como segunda residencia, gente que vive en Madrid o Bruselas y pasa las fiestas aquí. También hay vecinos ingleses, rumanos, de todo. Da gusto ir con ellos porque están viviendo las Fallas con muchísima intensidad», cuenta el presidente de la comisión. «Y la otra característica de la falla es que es muy familiar. De 110 socios, más de 40 son niños. Tenemos animadores por rangos de edades, un vallado grandísimo donde pueden jugar -con portería incluida- y una mesa grande solo para los niños». Casi como un cumpleaños infantil.
En suma, pese al mal tiempo, la «locura» de montar dos nuevas fallas ha sido todo un éxito. «Tanto es así que ya tenemos gente en lista de espera», aseguran en Moreras.
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