La Ofrenda más desapacible sale adelante entre la épica y las lágrimas
La borrasca Laurence dejó lluvia persistente a lo largo del desfile, lo que no impidió que los miles de participantes acudieran a la cita y completaran un manto con muchas alusiones a la dana

La Fallera Mayor de València, Berta Peiró, cierra la Ofrenda a la Virgen de las Fallas de 2025 / L-EMV

Pues sí. La Ofrenda de las Fallas 2025 pasará a la historia, en su versión 18 de marzo, como un acto de devoción con su punto de épica. Porque la entrega de flores a la Patrona, acto indomable donde los haya, ha sido normalmente respetado por los elementos. Tanto es así, que cualquier entrada de agua se ha considerado como un hecho tan aislado como inusual y hasta alarmante. El último, el de 2022. Pero ayer, las amenazas se hicieron relidad y Laurence acudió a la cita por Paz y por San Vicente. Sobre todo, pasada la primera hora. También hay que reconocer que no fue un jarreo inhabilitante. A lo largo de la jornada se estuvo pendiente de los simuladores meteorológicos y se optó por mantener el festejo. Y mejor porque en caso de no celebrarse por pasar de alerta amarilla a naranja tiene un problema: cuando y cómo celebrarlo. E igual que otras fiestas pueden quedar canceladas -que se lo digan a la Semana Santa Marinera-, aquí podría pasar lo mismo. Y, en todo caso, celebrar un acto especial para las falleras mayores como reparación.

La Fallera Mayor de València, Berta Peiró, cierra la Ofrenda a la Virgen de las Fallas de 2025 / L-EMV
Final con lo peor de la tormenta
A toda esta épica y este drama pusieron las lagrimas Berta Peiró y su corte en el cierre de la ofrenda. Con la sorpresa incluida de la presencia de María José Catalá también con indumentaria tradicional. La comitiva desfiló con paraguas hasta la calle del Micalet, en que se desprendieron de ellos y entraron al descubierto.
La alcaldesa no quiso entregar públicamente las flores. Tanto es así que se le hicieron gestos que ella devolvió negando, dando a entender que quien debía entregarlas era exclusivamente las falleras y los invitados.

Las emociones de Berta y la corte en la Basílica /
Caía tanta agua que, finalmente, la ofrenda habitual en el interior de la Basílica se remató con la interpretación del himno de la Comunitat Valenciana en directo con la Banda Municipal. La sesión fotográfica fue también en el interior salvo unas últimas fotos, ahora sí, en el cadafal.
Un día de desafíos
El caso es que el festejo se sacó adelante y las comisiones desfilaron bajo la lluvia, persistente como nunca se había visto. Lo suficiente como para poder desfilar, pero lo suficiente como para garantizar quién va a hacer el agosto: las tintorerías y los talleres de reparación de trajes. Porque bastaba con echar un vistazo a las faldas para constatar la cantidad de orillas humedecidas. Ya hay trabajo suplementario para el 20 de marzo, esa fecha que ya llama a la puerta y, con ella, el primer de los muchos inicios de las Fallas 2026.
Una Ofrenda que no destrozaba tocados, pero que sí que era impertinente. No era épica como la de 1989, cuando se acabó con la fallera mayor, Covadonga Balaguer, y la corte bajo la Puerta de los Apóstoles, animando a una hipersensible comitiva. Complicada, pero no dramática. Y un reto para las chicas, puesto que iba acompañado de un frío persistente. Por eso, es siempre épico ver a falleras desfilar sin paraguas y con la indumentaria impecable. A pesar de que la JCF autorizó este año, por razones humanitarias, a desfilar con paraguas y protectores. Que no con blusones o parkas. Hubo algunos momentos de tregua, como el rato a media tarde que el agua paró, pero por poco tiempo.
Es la peor Ofrenda en mucho tiempo. Así de crudo y, curiosamente, habría rivalizado con la que no se celebró: la de 2020. Que si no se hubiese cancelado por la pandemia, habría sido igual de desapacible.
Se sustanciaba además lo sucedido en dos aspectos: la velocidad impresa por las comisiones. Tanto, que alguno de los parones -por ejemplo, el que hubo entre Rascanya y Camins al Grau- se produjo porque las comisiones del primer sector terminaron inmediatamente y los segundos aún no estaban disponibles.

Las cifras son mareantes: la sesión del 17, salvada de las iras celestiales, se saldó con 60.520 personas, incluyendo 55.893 falleros y 4.266 músicos, que entregaron 111 canastillas, y una comitiva oficial de 1.138 personas. Esto son las cifras oficiales, que habrá que cotejar con las de hoy para saber si se rompe el récord de más de 110.000 personas del año pasado. Y también habría que ver hasta qué punto son cifras oficiales y o reales. Hubo muchas comisiones con representación menguada de infantiles y, hasta el tramo final, tan solo una había decidido quedarse en casa.
Lo cierto es que ayer había verdadera ansia por acabar, y se tradujo en mucha velocidad. A lo que contribuyó que la gente se echó mucho menos a la calle, lo que ayudó a evitar colapsos -la noche del 17 al 18 fue casi un erial-. Después llegaría la segunda tanda de comisiones invitadas para repararles de la tristeza de la dana.
Fue la Ofrenda número 50 del narrador oficial, Josep García Bosch -49 y una semi oficial que hubo el 19 de marzo de 1986, tras otra noche de jarreo-. Una ofrenda que volvió a tener numerosas alusiones a la riada, muy presente en estas fiestas. En el manto había un crespón negro y a los pies de la Virgen se depositaron carteles y elementos relacionados con el barro, incluidas unas botas.
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