La indumentaria fallera pierde a una de sus históricas: Carmen Bueso "Flor"

Durante un cuarto de siglo regentó una de las tiendas más conocidas de la Gran Vía tras vestir a la fallera mayor de 2000, Lola Flor

Carmen Bueso, con Fran Tochena y Amparo Fabra, cuando recibió el premio Joia el año pasado

Carmen Bueso, con Fran Tochena y Amparo Fabra, cuando recibió el premio Joia el año pasado / Gremio Sastres y Modistas CV

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

El mundo de la indumentaria tradicional valenciana y de las Fallas en general, ha perdido a uno de sus grandes activos históricos. 

Mucho más rápidamente y muchísimo más pronto de lo deseado, sin dar opción a la recuperación, nos ha dejado Carmen Bueso. Pero Carmen, más que Bueso, era "Flor", apellido al que se unió a través de Manuel Flor, y al que asociar sí o sí a uno de esos comercios tradicionales que se echan de menos en cualquier barrio. En este casi, la Paquetería Flor, junto al Mercado de Colón. 

Allí, en la esquinita con Conde Salvatierra, ese tipo de tiendas para todo se hacían composturas y, poco a poco, se empezó a hacer una pequeña línea de confección a medida, que empezó a ser gran línea. Carmen tenía "cogido el punto" y se lanzó, con un pequeño taller de trabajadoras en Benimàmet, a confeccionar trajes de valenciana, cuando el concepto "tienda de indumentaria" no estaba tan consolidado en la actualidad. Trabajaba además para mucha clientela siempre exigente (Pla del Remei y Gran Vía, que no es cualquier cosa) y no le temblaba el pulso. Como tampoco le tembló cuando, a finales de 1999, el sobre presentado a la alcaldesa llevaba el nombre de su sobrina, Lola Flor Bustos, como fallera mayor de València. Se armó de valor y fe ante el mayor de los escaparates y vistio a Lola de arriba a abajo. Con éxito rotundo.

Lola Flor, con el espolín "Soto" confeccionado por su tía Carmen Bueso

Lola Flor, con el espolín "Soto" confeccionado por su tía Carmen Bueso / Fernando Bustamante

De hecho, precisamente por ese contexto histórico, de sus manos salió el último espolín de exaltación que no fue el "fallera mayor de València". Es decir, el último que no regaló la corporación municipal -el suyo y el de la infantil Paloma Redondo-. De ese taller de Benimàmet y de las manos de Carmen y su equipo saldría el "Soto" de Garín, de color paja, el más emblemático del fondo de armario que utizó la última fallera mayor del Siglo XX. 

E inmediatamente después, la tienda

Inmediatamente después, Carmen se lanzó a la aventura empresarial: ¿por qué no salir de la quietud del taller y exhibirse en plena calle? Y así lo hizo. ¿El nombre? Fácil imaginarlo: "Flor". O mejor dicho, "Flor. Carmen Bueso". Así estuvo durante casi un cuarto de siglo más en la tienda de la calle Conde Altea, con una clientela muy al estilo. 

Una marca por la que pasaron numerosas falleras mayores de València. Sara Martín, Lucía Gil, Gloria Martínez, Marta Reglero, Nela Ayora, Inmaculada Asensi... y también cortes de honor, incluyendo los primeros trajes con justillo para la "dansà", en tiempos, año 2008, que casi rayaba la intrepidez.

Carmen, con su sobrina nieta Lola López Flor, hija de la fallera mayor de 2000 y componente de la corte de honor de 2024

Carmen, con su sobrina nieta Lola López Flor, hija de la fallera mayor de 2000 y componente de la corte de honor de 2024 / Fran Adlert

Y el año pasado, cierre por jubilación

Hasta que, un buen día, hace menos de un año, decidió bajar la persiana por muy motivo más que razonable: la jubilación, dando la alternativa a una nueva tienda. Una jubilación que, triste e injustamente, no ha podido disfrutar todo lo que merecía. 

Premiada y reconocida

A pesar de ello, se marcha con los deberes hechos. En la historia, con las obras hechas. En la sociedad, porque se la reconoció en vida: el premio Joia del Gremio de Sastres y Modistas, entregado en junio del año pasado, "en reconocimiento a su amplia trayectoria profesional donde mimó y cuidó al detalle de cada uno de los trajes que confeccionó, respetando la tradición de los siglos XVIII y XIX".

Carmen cerró el costurero feliz con este reconocimiento. "Nunca hubiera imaginado un final así a mi trayectoria profesional, rodeada de tanta gente que quiero, de personas marvillosas que me he encontrado a lo largo de este camino" escribió entonces Carmen para poner en valor el reconocimiento de su Gremio a una trayectoria "que tantos momentos felices me ha regalado"

Arte para toda la vida

Dentro de los profesiones de la fiesta, los indumentaristas tienen una ventaja sobre, por ejemplo, artistas falleros o pirotècnicos: su arte no es efímero. Todo lo contrario. Los cientos y cientos de trajes realizados por Carmen Bueso nunca serán un recuerdo, sino una realidad que siempre permanecerá en los armarios para, cada mes de marzo, o cada mes de marzo de determinado año, volver a salir a la calle para lucir como el primer día, sabiendo que es bueno, porque es un "Flor".

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