Botellón, "invasores", desmadre... los presidentes denuncian la cara B de la Crida

La asamblea convierte el pregón en el acto de marzo con más objeciones y reclaman más control en el acceso

Asistentes a la Crida del pasado mes de febrero

Asistentes a la Crida del pasado mes de febrero / Fotofilmax

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

Hubo que esperar a la última intervención para escuchar que “fue un acto extraordinario, maravilloso”. Que realmente esa es la sensación que quedó. Pero la asamblea de presidentes de abril volvió a poner el foco no en lo que se vio arriba, todo bueno, sino en lo que hubo a pie de calle. Obviamente, en la Crida, uno de los festejos más difíciles de digerir.

En una asamblea donde el turno de ruegos y preguntas suele enumerar quejas y deficiencias de la semana fallera, el argumento más recurrente no fue tanto lo que ocurrió en las demarcaciones -un coche que la grúa no retiró, una mascletà que no pudo dispararse- ni en algunos actos difíciles como la Ofrenda. Que también. Pero la palma se la llevó la Crida, sin obviar, que también es importante, la autocrítica.

Las intervenciones fueron para denunciar las aglomeraciones, el consumo de alcohol y la presencia en la zona central de personas ajenas a las comisiones de la ciudad.

Fallas de poblaciones

Fue el representante de Quart-Palomar el primero en denunciar “corros de gente, meando en la calle y no solo falleros”. O el de Bilbao-Maximiliano Thous, que teniendo fallera en la corte puso en foco en “fallas de poblaciones, que tienen la crida por la mañana y se vienen aquí. Al final nuestra comisión se partió en dos, tuvo discusiones… al final o nos volvemos a vestir -en alusión a cerrar recinto solo a los que van con indumentaria- o tendremos que llevar identificaciones para que vayamos los que verdaderamente nos interesa. Yo no me voy a la Pobla de Vallbona a ver la Crida y a ponerme delante ni hago botellón”.

Avalanchas, amenazas...

Y más: el de Dr. Peset-Aleixandre-En Guillem Ferrer: “¡preguntamos que se podía entrar y el policía va y dice que la bebida sí que se puede entrar!” y también pidió “que las fallas de la corte de honor estén debajo. Tanto para verlo bien, porque se lo merecen como porque… como a nosotros nos pasó, sacan una pancarta y tapan la visión”. La presidenta de Avenida Valladolid aseguró haber sufrido “amenazas de agresión de personas no falleras”, el de Cristóbal Sorní refirió “hasta dos avalanchas una vez dentro, no sé si porque la gente que estaba sentada se ponía de pie y entonces la gente se tiraba hacia adelante” y finalmente, el de Aras de Alpuente, que había ponderado el acto por su calidad, no dudó en calificarlo de “desmadre” pero a la vez que “no podemos limitar quien asiste, porque es un mensaje a todo el mundo”.

Se le acumuló el trabajo a la mesa. El concejal Santiago Ballester reconoció que “se notan las mejoras, pero queda mucho camino todavía”. No se pudo decir más que “tomamos nota” para tratar de afirmar un acto que empieza a estar amenazado de gigantismo. “Es que este año hubo una afluencia excepcional” y anuncio que “habrá que mejorar cosas” incluyendo “poner más pantallas al otro lado del río”. Los cambios para acotar la asistencia “lo pondremos todo sobre la mesa y si la asamblea lo decide…”. 

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