La Ciudad Fallera vuelve a construir... pero no son naves para artistas
El inicio de un complejo deportivo en una de las parcelas que quedaban sin edificar suma un nuevo episodio en la desintegración del complejo como distrito creativo

La campa junto a los últimos talleres ya exhibe la forma de un complejo deportivo / Moisés Domínguez

"Yo ya me he pedido esa", asegura un conocido artista fallero mientras señala el edificio más cercano de las obras. En uno de los solares que quedaban por edificar en la Ciudad del Artista Fallero, han empezado a alzarse grandes naves con una estructura similar a la de los históricos talleres donde, durante décadas, se hicieron gran parte de las fallas de València. Pero es un arranque de sátira: ninguna falla se va a hacer en esa nueva edificación.
Es un complejo deportivo. Un símbolo más de la desaparición de la Ciudad del Artista Fallero como escenario para la elaboración de fallas y de la desaparición de la Ciudad del Artista Fallero como Distrito Creativo. Es todo un símbolo porque si cada año se produce un goteo de pérdida de talleres, que pasan a ser dedicados a otros cometidos, la construcción de un pádel en las parcelas que quedaban por construir es una forma de decir que no hay vuelta atrás.
Ese es el particular regalo de cumpleaños del complejo, que en las pasadas Fallas cumplió 60 años de la ceremonia de colocación de la primera piedra.
Restringir usos...
¿Cual es la solución? El maestro mayor Vicente Julián García asegura que la lógica: "un cambio en forma de restricción de los usos". Pero mientras esto no suceda, se puede hacer prácticamente cualquier cosa". El resultado salta a la vista: las naves en las que pervive la elaboración de fallas, decorados o carrozas conviven con talleres automovilísticos, templos, gimnasios y todo tipo de servicios.
La nueva edificación genera una imagen simbólica: con su construcción -está donde hace décadas estaba el campo de fútbol del Benicalap- se tapará una fachada que tiene pintado un anuncio mural de una carpintería metálica, uno de los negocios no falleros ya consolidados.
Dos parcelas y el "Fuerte Comansi"
Hace ahora un año, la junta de gobierno resolvió la evaluación ambienta y territorial del Plan Especial de Ciutat Fallera, que incluía completar las manzanas pendientes -una de ellas, el pádel-. Quedan dos. Una es propiedad de un banco "y no sabemos qué irá allí" y otra es la que tiene uso educativo.
Ahí se barajó en las anteriores legislaturas trasladar la sede de la Junta Central Fallera en un edificio nuevo, puesto que se determinó que la demanda educativa en la zona no aconsejaba la construcción de un nuevo colegio. Actualmente, una parte del mismo está utilizado por Espai Verd Benicalap, una especie de jardín cívico para asociaciones y colegios. El "Fuerte Comansi" como es conocido entre los artistas por su empalizada de madera, que recuerda el conocido juguete.
Y siguen perdiéndose naves
El ayuntamiento anunció que, con la revisión de la ordenación, se creaba "una zona industrial artesanal para artistas falleros que permitan usos específicos según sus necesidades, a la vez que se favorezcan otras actividades compatibles con los valores del conjunto, que ayuden a la revitalización social, cultural y económica del ámbito, y también que se ponga en valor el espacio público". Pero, de momento, la realidad es otra: no solo se está levantando un pádel, sino que las naves siguen perdiendo uso artesano. Aseguran que, recientemente, se ha producido la venta de otra nave, "que se la han quedado los indios", en alusión a la comunidad Sikh, que tiene allí un templo, y que otras dos naves están a punto de ser vendidas también.

La nave junto al templo Sikh / Moisés Domínguez
El otro gran problema es el coste. Una nave puede venderse perfectamente sobre los 400.000 euros. Una cantidad que no está al alcance del bolsillo de un artista fallero y que, sobre todo, da derecho a una nave que, para el cometido artístico, puede precisar de reformas -cuando no la retirada de amianto-, y que incluso ya no está capacitada para albergar grandes volúmenes (una falla de Especial o de Primera A en estas naves, con los tamaños que imperan, son casi una anécdota) o que tiene que competir con una amplia oferta en polígonos. Algún taller de artesanía e incluso un casal fallero completan la ocupación con actividades más cerca del mundo festivo o artesano.
A la hora de la verdad, y ante la falta de estímulos que convirtieran las naves en un objeto preciado, se han convertido en "planes de pensiones" para sus titulares, que acaban por no tener problema en venderlas al mejor postor.
Aquellos italianos que copiaron y ahora...
Atrás quedan incluso estudios para convertir la Ciudad el Artista Fallero -la actual y la que está por construir, no ya en un distrito creativo, sino en un particular parque temático donde construir y exhibir el arte efímero. José Latorre recuerda que "los de Viareggio vinieron aquí a conocer la Ciudad del Artista Fallero. Levantaron lo que levantaron inspirándose en nosotros", en alusión a la Cittadella del Carnevale de la ciudad italiana, lo más parecido a lo que podría ser, pero que no parece que vaya a ser.
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