València se vuelca con su "Festa Grossa"

La fiesta del Corpus vive una de sus celebraciones más tardías, marcada por las altas temperaturas

El ‘cap i casal’ vibra con la Cavalcada del Convit, la «mascletà» y la gran procesión protagonizada por las tres Rocas

Saray Fajardo

Saray Fajardo

València

Ni las altas temperaturas ni el calor infernal que invitaban a pasar la jornada de domingo en la playa o en la piscina resguardados del calor han podido con el fervor y la devoción de vecinos y turistas, que se han lanzado a las calles de València durante todo el día para vivir su "Festa Grossa" del 'cap i casal'.

Desde primera hora de la mañana, los más curiosos se han acercado a la plaza de la Virgen, engalanada -como también lo estaban muchos balcones de la ciudad-, para contemplar las tres Rocas que la adornan, el bestiario y el tapiz. Este año hay una más, ya que a las de la Virgen y el Santo Cáliz se suma la del Patriarca, que luce sus ruedas nuevas, imprescindibles para poder volver a la calle.

Al mediodía, las campanas del Micalet han anunciado el inicio del día grande. Y, como viene siendo tradición, el repique de campanas ha dado paso a la Cavalcada del Convit. El color y la música han llenado cada rincón de la plaza de la Virgen, donde los presentes se refugiaban bajo la sombra dejando las sillas casi vacías y ataviados con sus sombreros y abanicos para disfrutar de este desfile tan singular.

El "capellà de les Roques" ha sido el encargado de anunciar la procesión de la tarde acompañado de las danzas y la ruidosa "Degolla", una metáfora de los soldados de Herodes que, cuando han llegado a la calle Cabillers y Avellanas, han sido rociados de agua desde los balcones. Para combatir el bochorno, parte del público también se ha sumado. Sin embargo, no ha sido el único momento en el que el agua ha cobrado protagonismo durante el recorrido. La organización acompañaba a los protagonistas más pequeños y a los personajes bíblicos, recibidos entre aplausos, que desfilaban por el centro de la ciudad al tiempo que les ofrecían agua, les abanicaban e, incluso, les rociaban con pulverizadores de agua.

Los niños y niñas que inundaban el recorrido han sido los que más han disfrutado de la celebración. Se han sumado a la danza de la Moma, uno de los personajes más queridos y aplaudidos del desfile, y han llenado sus bolsillos con los caramelos que iban repartiendo mientras aplaudían cada una de las danzas.

La fiesta de la calle ha dado paso a la misa mayor, ya que el Corpus es una fiesta para exaltar la Eucaristía. El arzobispo Enrique Benavent ha recordado que esta celebración "debe ser un impulso para no caer en dinámicas destructivas, sino para despertar en nosotros un deseo de dar, de comer, de hacer el bien que genere actitudes evangélicas en nuestra Iglesia y comportamientos constructivos en nuestra sociedad". El sermón le ha venido como anillo al dedo teniendo en cuenta la situación bélica actual, que no deja de recrudecerse.

"Una Iglesia que abandona la celebración de la Eucaristía o que no se mantiene fiel a la regla de la fe, acaba disolviéndose en medio del mundo", ha expuesto el religioso, quien ha agregado que "la cultura es expresión de la fe y debe servir para transmitir la fe, que no convertimos la fe en un elemento más de la cultura".

Una celebración valenciana no sería una celebración sin su tradicional "mascletà" en la Catedral de la Pólvora. Y la fiesta siguió durante toda la tarde, con el paso de las Rocas, los carros de Murta o el desfile de los Gegants del Corpus y les danses hasta su entrada a la Catedral. Y el fin del día grande también ha supuesto el final del Mercat de l'Escuraeta.

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