Carmen Prades devuelve a Convento al trono fallero 32 años después
La nueva fallera mayor de València tiene 25 años y es adjunta a dirección en la empresa de transportes familiar

Carmen Prades con María José Catalá y Sabtiago Ballester. / Miguel Ángel Montesinos

Han tenido que pasar 32 años. Una generación, casi media vida, para que Convento Jerusalén-Matemático Marzal vuelva a tener una fallera mayor de València. Las estadísticas rebaten en relato simplista. Carmen Prades Gil, 25 años, adjunta a dirección de la empresa familiar de transportes, fallera mayor de Convento en el año más redondo y en el más solidario, ha rematado el año que jamás imaginaría con su apuesta personal, en la que era ella la que tenía que sacar lo mejor de sí misma. Y así, poco después de las siete y media de la tarde, era su nombre el que estaba en el sobre.

Las trece, ya como fallera mayor y corte / Miguel Angel Montesinos

Carmen pasa del trono de Convento al de toda la ciudad / Miguel Angel Montesinos
No sorprendió. Más allá de cualquier otra cuestión, Carmen era una de las más "papables". En un año, todo sea dicho, con apuestas muy sólidas para poder llevar el cargo con solvencia. Venía muy avalada por sí misma: durante su ejercicio de fallera mayor ya había llamado poderosamente la atención. La fallera "sin papeles", la que tuvo que hacer frente a muchos compromisos en forma de discursos y los saldaba con una facilidad, improvisando o memorizando, que dejaba ver que uno de los papeles que más se espera de ella, el de embajadora, lo cubrirá sólidamente. Así debería ser.

Perfil de LinkeIn de Carmen Prades / RLV
Que lo ocurrido es un sueño para ella es algo que se supone. Que empezó "desde que nací. Peleé mucho para que me hicieran fallera y finalmente mi tío consiguió que, con once años, me dejaran entrar en la comisión". Su tío es, era, Pedro Ródenas, "Manzanita", uno de los personajes reconocibles de la hostelería con Jesús Barrachina. Y en la comisión ahora triunfadora. "Es el quién se hacía cargo de mí, quien me llevaba al casal y me cuidaba". Quiso la fatalidad que, recién estrenada la condición de fallera "de censo", Ródenas falleció inesperadamente. "Por eso hoy me he acordado mucho de él. Esto se lo debo a él, a todo el tiempo que me dedicó".

Carmen, con su artista en Convento, David Sánchez Llongo / Fotofilmax
"Aún no sé ni donde estoy. Es el sueño de mi vida". Para eso recibió el aviso en casi diferido. "Ya sabes que en el casal hay poca cobertura, pero iba la alcaldesa hablando y" -se nota que lo tiene controlado- "sabes de otras veces cuando va leyendo cuál es el momento en el que ya suena el teléfono y pasaba de largo. Me he dicho "pues ya está", pero he escuchado "Carmen" y es en ese momento cuando he visto la pantalla". La lectura fue casi en la intimidad. Con una cantidad limitada de falleros en el interior del casal. El resto -Convento tiene un censo enorme- aguantaron disciplinadamente fuera. Y así hicieron hasta cerca de las nueve de la noche, cuando ya se habían cumplido todos los protocolos. "Ha sido un día con muchos nervios. No se lo recomiendo a nadie por lo que son nervios, pero se lo recomiendo a todo el mundo por la ilusión. Una vez en el casal he estado tranquila. ¿Comer? Poco, poco, pero llevaba dos semanas comiendo poco".

El momento de recibir a la comitiva infantil / Fotofilmax
¿Y qué pasará ahora? "Me gustaría llegar a todos los rincones de València, a todas las fallas de todos los tipos, todas las costumbres que tiene cada comisión. Que la ciudad disfrute de mi y de la corte, porque todas ellas valen mucho la pena".
Este éxito, que lo es, redondea el año más increíble de Convento. Carmen venía de levantar el primer premio de Especial y el Ninot Indultat. Pero, tal como ha dicho ya en alguna ocasión, "esta era la apuesta personal, donde quería dar lo mejor de mí misma".
Carmen se lleva cinco años con su hermano mayor. "Fue un encabezonamiento mío", reconoce su padre, Carlos Prades, presidente de la Federación Valenciana de Transportistas. "Su madre ya estaba trabajando nuevamente en el banco" "y disfrutaba mucho con mi trabajo y ya había costado compaginar el tener al mayor", apunta Carmen madre. Finalmente hubo acuerdo y la ciudad ganó una fallera mayor.

El año más feliz de la vida de Carmen Prades: del nombramiento a la Telefonada /
Carmen trabaja en la empresa familiar de Transportes Torres. Que hunde sus raíces en los primeros tiempos. "Su bisabuelo era "traginer", se dedicaba a todo tipo de mercancías. Luego recaló en el puerto, si hijo, mi padre empezó con las maderas... y así hemos seguido".
Lo celebran también en Torás, que es el pueblo de la bisabuela paterna. "Era de allí y se bajó, como tanta gente de esos pueblos, a trabajar a València. Se casó con el bisabuelo Torres y tenía mucha personalidad. Tanta, que mucha familia, tres generaciones, seguimos teniendo relación y teniendo casa allí".
Curiosa la historia familiar de Carmen, porque su madre era bióloga y acabó de directora de banco. Carmen fallera empezó estudiando medicina y cuando estaba en tercer curso dio un volantazo su vida y se reorientó hacia el Transporte Intermodal. Ahora es una de las responsables de la empresa, aunque, tal como reconocía, "tendré que delegar, aunque, conociéndome, sé que en algún momento me acercaré para ver cómo van las cosas".
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