Un futbolín fallero que simboliza la reconstrucción tras la dana
Camino de Alba homenajea a los benefactores que ayudaron a recuperar su sede, incluyendo los mecenas que repusieron la icónica pérdida de su juego de mesa tras ver la foto en Levante-EMV

El nuevo futbolín, con los benefactores, Fernando y José Gabriel / Moisés Domínguez

La dana dejó muchas imágenes simbólicas. En las Fallas también. Trajes destrozados, estandartes llenos de barro, casales y talleres anegados forman parte de un álbum de fotos no deseadas que, durante mucho tiempo, fueron rulando como muestra de que la torrentera no respetó a nada y a nadie.
Las aguas retrocedieron y tanto comisiones de falla como artistas no podían hacer otra cosa más que reconstruirse. A la fuerza. En el caso de las sedes festivas, el trabajo consistía en arremangarse -una vez solucionados, o no, los problemas domésticos de cada fallero en sus domicilios y enseres- y empezar la penosa tarea de seleccionar lo que podía salvarse y lo que no.
Camino de Alba-Castillo de Cullera es una de esas comisiones afectadas. Por su particular fisonomía, la tromba de agua entró en su sede sin tocar orillas. Ubicado en una vieja planta baja, en la Carretera Real de Madrid, con una gran puerta trasera y otra delantera, el agua pasó como una exhalación, pero también se remansó en sus amplias estancias. La consecuencia fueron las imaginables: casi dos metros de altura de las aguas, echando a perder todo lo que estuviera desde la raya del nivel máximo del agua -señalada ahora con una «rajola»- hacia abajo.
Días atrás, la comisión hizo un acto de agradecimiento a todos aquellos, particulares y entidades, que echaron una mano para que la sede esté como está ahora: limpia y reluciente, como si nada, o casi nada, hubiese pasado.

Momento en el que los falleros sacan el futbolín ya inservible. / Moisés Domínguez

Los niños vuelven a jugar con el nuevo futbolín / Moisés Domínguez
Una foto de Levante-EMV
El primero de todos los reconocimientos fue, posiblemente, el más simbólico. Porque fue para los benefactores que les ha permitido recuperar uno de los símbolos de la desolación. Lo captó la cámara de Levante-EMV el 2 de noviembre: los falleros sacan penosamente el futbolín, el que tantos años tenían para servir de entretenimiento a pequeños y grandes. Recuperarlo era imposible: es un aparato lleno de recovecos y pretender limpiarlo para recuperar la funcionalidad era lo más parecido a una quimera. Se fue a la acera, junto con tantos y tantos enseres que, esos días, se apilaban en la cuneta.
De una noche en Ciudad Real...
Las imágenes llegaron a dos simpatizantes de la falla: Fernando García-Bueno y José Gabriel Cantón. Madrileños de origen pero falleros de corazón. Pertenecen a Fallers Pel Món y, por una de esas casualidades, simpatizaron con la comisión en una de esas fallas itinerantes. «Coincidimos con ellos en Ciudad Real. Los recuerdo en una sala de un hotel, conocerlos y llevarnos por las calles de allí». Son de Madrid «pero somos falleros de hace tiempo. En el sentido de venir a hacer Fallas. Incluso en su momento salimos en una Ofrenda. Vivimos en la playa de la Pobla de Farnals y venirnos hasta aquí de normal es imposible. Pero como simpatizamos, desde entonces hay relación».

Poderoso contraste del casal tras la dana y en la actualidad. / Moisés Domínguez
Fernando y José Gabriel son pareja. El segundo de ellos tiene una discapacidad auditiva y residen en la Pobla, pero sin olvidar a esos simpáticos falleros. Y «como estoy en el grupo y tengo contacto con todos ellos, vimos las fotos de los falleros sacando todos los enseres del casal y se me cayó el alma a los pies. Me puse en contacto para ver qué necesitaban». Le llamó la atención las fotos de Levante-EMV. «Cuando vi las imágenes del futbolín me reconocieron que se divertían mucho con él. Hablé con el presidente y acordamos que la haría un artesano de Paiporta, también afectado por al dana». En un arranque de sinceridad reconoce que «quizá no esperábamos gastarnos tanto dinero...» -un futbolín artesano es caro- «pero lo damos por muy bien empleado. Verles ahora, especialmente a los niños, vale la pena».

Así ha quedado el casal de la falla Camino de Alba /
«Continuar nuestras vidas»
Ahora, la comisión quiso devolver la gratitud. Con un sencillo troquel de madera, pero que para la comisión lo simboliza todo. «Solo el pueblo salva al pueblo. ¡Qué verdad! Es, sin duda, el mejor resumen de esta tragedia: las personas que, sin pensarlo, salieron a la calle, vinieron a ayudar, a limpiar, a consolar, a acompañar a los que no podían ver la luz al final del túnel» aseguró la comisión en el mensaje a todos. «Fueron los ángeles manchados de barro los que nos dieron la energía necesaria para superar la tragedia, seguir adelante, y poco a poco volver a una normalidad que nunca será normal, pero que nos permitirá continuar con nuestras vidas, que no es poco. Pero no había que quedarse en el pasado, sino agradecer el presente».

Zona cero de las Fallas: La visita al casal de Camino de Alba /

Entrega de los reconocimientos de la falla Camino de Alba / Fotofilmax
Por allí pasaron Carmen Prades y la corte de honor. Meses atrás lo hicieron Berta Peiró y la corte 2025, cuando apenas se había retirado el barro y aún quedaban señales de la riada. En aquel momento les impresionaron hasta los trajes y gallardetes echados a perder allí arracimados. Hubo lágrimas. Ahora, la comisión, como la de María Ros-Manuel Iranzo y Hellín-Pedro de Luna, las tres castigadas de La Torre, vuelven a nacer gracias a «un grupo de buenas personas que se arremangaron y se metieron en el barro». O resucitaron la pasión por los goles de madera.
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