
Ver más galerías relacionadas
Germán Caballero
Ver galería >Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Germán Caballero
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.
Noticia guardada en tu perfil
Ver noticias guardadasUna vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación.