Román es algo así como el torero de los desafíos. El año pasado acometió su particular acto de subversión con la tarde de los seis toros en la Feria de Fallas y la subsiguiente revolución con el indulto de ‘Escondido’ en la plaza de toros de València. Mañana regresa con otro desafío: el mano a mano junto a Borja Jiménez y con la voluntad de recuperar el día de San José, de hacerlo suyo como torero valenciano. Está en el camino. Determinación y capacidad no le faltan.

Ahora lleva tres puntos debajo del párpado derecho tras un pitonazo y se recupera de la cornada interna de doce centímetros en la pierna derecha que sufrió hace unos días en Carnaval Taurino de América de Mérida (Venezuela). Está tranquilo, pero ya nota el miedo. Pero los rasgos pirotécnicos de su carácter y su tauromaquia son siempre evidentes: formas, matices, apasionamiento delante del toro. Es el regreso de Román a València, su plaza. No es un regreso cualquiera.