La Batalla de Flores dejó, dentro de su numeroso desfile de carrozas y protagonistas de las Fallas invitadas, un hecho pasó desapercibido y que tiene su condición de hecho histórico: finalizar, como representantes de la fiesta, un periodo inusitadamente largo. Cuando se bajaron delas carrozas, Marina Civera, Sara Larrazábal y sus dos cortes de honor concluyeron un inusitado periodo de cuatro años de representación de la fiesta de la ciudad.
Las elegidas para el cargo pasan por tres fases: el previo, cuando tienen la condición de "preseleccionadas", ser las representantes de la fiesta propiamente dicha y el llamado "año después", donde tienen varios prerrogativas de acudir como participantes a diferentes eventos: subir al balcón municipal, participar en la Cabalgata de Reyes o en la Batalla de Flores, además de invitaciones a otras fiestas de la ciudad. El ciclo que normalmente dura dos años, la pandemia lo ha alargado a cuatro.
Marina, Sara y sus falleras aparecieron en la escena de la fiesta en el verano de 2018. Primero, como preseleccionadas. tuvieron su Batalla de Flores en esa condición en julio de hace ahora cuatro años. A finales de septiembre ya eran, por lo menos corte y en octubre de ese año pasaron a ejercer los cargos con Marina y Sara a la Cabeza. La Marina del Azul Atlantic y la Sara del Blanco Roto. Las últimas, de momento, exaltadas en el Palau de la Música.
Un tiempo muy optimista. El año del puño de Marina, de unas fallas tranquilas y soleadas. Muy lejos de cualquier mal augurio.
Levante-EMV estuvo con ellas. Sara y Marina conocieron en Atenas la base del "Procés Creatiu"; las mayores mostraron su poderío universitario en Salamanca y con las infantiles nos metimos bajo tierra en las Cuevas de San José.
Su último servicio fue ejercer de embajadoras en un acto de Turismo València. A partir de ahí, regresaron a sus vidas, las que habían interrumpido voluntariamente para vivir la experiencia de sus vidas.
Y cuando se estaba desarrollando ese "año después", llegó la suspensión. Dio tiempo a verlas: recibieron la bienvenida como nuevas componentes del club de la Cena de Cortes, iban vestidas de marineras en la Cabalgata de Reyes, y pisaron fuerte en la Entrada Mora y Cristiana de Pío XI-Fontanares, escasos días antes del confinamiento.
Y la pandemia dejó en el aire algunos privilegios que los organizadores (ayuntamiento, JCF y comisiones de falla) han sabido respetarles.
El pasado mes de octubre se las vio en la Entrada del 9 d'Octubre (el que les falta a Consuelo Llobell y toda la quinta de 2020-2021); en las Fallas 2022 recuperaron su papel de Huríes en la Parada Mora de Almirante Cadarso, compartiéndola con sus precedecoras de 20-21. Incluso en la aplazada "mascletà" del 20 de marzo subieron al balcón municipal.
Hace apenas cuatro meses, Sara Larrazábal recibía el aplazadísimo homenaje del sector Olivereta. Después, ella y Marina cumplían con la Dolorosa del Cabanyal, de la que habían sido clavariesas de honor en la Semana Santa Marinera suspendida. Y al inicio del verano toda aquella que quiso participó, traje negro y mantilla en ristre, en la procesión de los Niños de la calle San Vicente.
En principio se comentó que ya no participarían en la Batalla de Flores, esa pieza que faltaba. Que quien más, quien menos, ha perdido algún acto. Pero este domingo, finalmente, sí que estaban. En las carrozas "Bioparc" y "Piu, piu".
¿QUÉ HA SIDO DE MARINA CIVERA?
A Marina Civera (28 años recién cumplidos) le pilló la condición de preseleccionada con la carrera de Odontología recién finalizada. Pausó su actividad para dedicarse en exclusiva a su intensísimo -y carismático- año de fallera mayor y ya en su tramo final, en septiembre de 2019 reactivó la actividad académica con el master de Endodoncia y Restauradora. Una vez finalizado durante la pandemia ya se ha incorporado al mercado laboral trabajando en varias clínicas, como marca la normalidad del oficio. El futuro dirá si existe la clínica Marina Civera.
La vida ha continuado para cada una de ellas. Ana Ebri, por ejemplo, ha pasado dos años como presidenta de Isabel la Católica; Paula Santarrufina se hizo muy visible por su papel de enfermera durante los meses oscuros; Azahara Vallet ya tiene fecha de boda, Raquel Avivar ha publicado repetidamente sus etapas en la rama de la odontología... y así sucesivamente.
Más llamativo, obviamente, es el cambio en las infantiles, que cuatro años después ya son plenamente adolescentes o preadolescentes, algunas de ellas superando ya ampliamente en estatura a sus "hermanas mayores", consecuencia del más que normal "estirón".
"Somos las que nunca acabamos" comentaban divertidas Marina y su corte, subidas en la carroza. Ahora sí. Seguirán teniendo sus momentos de presencia (varias de ellas han sido jurados de preselección y alguna caerá más pronto que tarde en el jurado de fallera mayor de València) porque quien ha sido, nunca deja de serlo. Y no faltarán, por ejemplo, en la Galería de Falleras Ilustres de Levante-EMV.
