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F. Calabuig
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La Ciudad de València está repleta de contrastes arquitectónicos. En sus calles conviven rascacielos y edificios de nueva construcción con alquerias, ermitas. Barrios como Benimaclet, Benicalap, Campanar, Patraix o los Poblados Marítimos todavía conservan la estructura de su pasado como pueblos. El llamado desarrollismo de los años 60 del siglo pasado y las consecuencias de la riada del 57 hicieron que la ciudad cambiara de aspecto a pasos agigantados. La huerta fue perdiendo terreno para dar paso a los nuevos barrios. Ese pasado agrícola e industrial todavía permanece de manera casi testimonial entre nosotros. Aquí tenemos algunos ejemplos.
La Ciudad de València está repleta de contrastes arquitectónicos. En sus calles conviven rascacielos y edificios de nueva construcción con alquerias, ermitas. Barrios como Benimaclet, Benicalap, Campanar, Patraix o los Poblados Marítimos todavía conservan la estructura de su pasado como pueblos. El llamado desarrollismo de los años 60 del siglo pasado y las consecuencias de la riada del 57 hicieron que la ciudad cambiara de aspecto a pasos agigantados. La huerta fue perdiendo terreno para dar paso a los nuevos barrios. Ese pasado agrícola e industrial todavía permanece de manera casi testimonial entre nosotros. Aquí tenemos algunos ejemplos.
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La Ciudad de València está repleta de contrastes arquitectónicos. En sus calles conviven rascacielos y edificios de nueva construcción con alquerias, ermitas. Barrios como Benimaclet, Benicalap, Campanar, Patraix o los Poblados Marítimos todavía conservan la estructura de su pasado como pueblos. El llamado desarrollismo de los años 60 del siglo pasado y las consecuencias de la riada del 57 hicieron que la ciudad cambiara de aspecto a pasos agigantados. La huerta fue perdiendo terreno para dar paso a los nuevos barrios. Ese pasado agrícola e industrial todavía permanece de manera casi testimonial entre nosotros. Aquí tenemos algunos ejemplos.
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