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Embolador de toros por la gracia de Dios

El cura de Puçol participa en los «bous al carrer» de la localidad como forma de integrarse en las costumbres del municipio en el que ejerce desde hace nueve meses

Embolador de toros por la gracia de Dios

Como si fuera un misionero del siglo XIX que se quiere ganar el respeto de la tribu armándose con una lanza y saliendo de caza con los indígenas a los que pretende convertir, Ismael Ortiz párroco de los Santos Juanes de Puçol se plantó el pasado lunes por la noche ante un toro (amarrado, eso sí, a un pilón) y prendió con una mecha las bolas alquitranadas que coronaban la respetable cornamenta del animal de 530 kilos de peso y de nombre «Cajero».

«Allá donde ejerzo el sacerdocio intentó integrarme participando en los usos y costumbres del lugar», indica Ortiz para justificar su decisión de erigirse como gran protagonista de la Nit de Bous de Sant Joan que se celebró en Puçol y en la que el sacerdote no salió a hombros porque es algo que no se estila en este tipo de festejos.

El párroco de Puçol es natural de Beneixida, municipio con una tradición taurina inversamente proporcional a la de Puçol, donde los «bous al carrer» son el pan nuestro de (casi) cada día. Como sus compatriotas del pequeño municipio de la Ribera que le vio nacer, Don Ismael tampoco es un gran aficionado a la tauromaquia «sólo he ido una vez a los toros, cuando tenía 16 años, en pleno agosto en la Maestranza de Sevilla y lo pase fatal», confiesa, pero cuando llegó hace nueve meses a l'Horta Nord se dio cuenta de que aquí los toros son algo casi sagrado y que una buena forma de acercarse a sus posibles feligreses era compartiendo con ellos esa afición.

La mimetización festiva con el entorno es algo que Ortiz ya había practicado en Alcoi, donde ha ejercido hasta su reciente traslado a Puçol y donde era titular de la parroquia de Sant Jordi. Aquella iglesia es, según explica, el epicentro religioso de los moros y cristianos, por lo que el párroco no tiene que tener ningún reparo a la hora de colgar los ornamentos sagrados si es menester y vestirse con las ropas de los diferentes bandos, incluido las túnicas, turbantes y cimitarras de los seguidores de Mahoma.

«Con algunas diferencias pero los bous en Puçol son como los moros y cristianos en Alcoi. Allí los niños juegan a desfilar y aquí sacan la carretilla y juegan a torear explica Ortiz. Para mí, acercarme a un festejo supone una oportunidad para hablar con los vecinos, que me cuenten cosas y de implicarme en sus costumbre».

Esa costumbre le llevó en la pasada noche de San Juan (Bautista, uno de los «juanes» bajo cuya advocación está la parroquia puzolana) a acudir al recinto del festejo ataviado con la camiseta de una de las peñas y acompañado de dos sacerdotes, aficionados a los «bous» y amigos suyos de Silla y Massamagrell. Allí se encontró con Raúl Misut, «cantaor d'albaes» y encargado de cortar la cuerda del tercer toro del festejo, que le preguntó sí quería ser debutar como «embolador». «No pasé miedo porque el toro está atado y hay un montón de gente alrededor confesaba ayer el sacerdote. Cortar la cuerda produce mucho más respeto porque ahí si está sólo tú delante del toro». Preguntado por si se atreve a dar el paso y cambiar la mecha por el cuchillo, don Ricardo cita, para y contesta: «de entrada, no te digo que no».

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