Un grupo de activistas protestó frente al campo de tiro El Garroferal, de Catarroja, para pedir la prohibición de la actividad de tiro al vuelo con una pancarta en la que se leía « El asesinato no es deporte». Estos animalistas explican que la práctica consiste en disparar a unas aves (generalmente pichones o codornices) a las que mantienen enjauladas hasta el momento de lanzarlas al aire. «A los pichones previamente les arrancan las plumas de la cola para que no sean capaces de dirigir el vuelo, de manera que la única dirección que pueden tomar es hacia el lugar al que son propulsados, bien por máquina, bien a brazo», se queja este colectivo.
El grupo informa de que ya es la segunda protesta que realiza. La primera fue el pasado 12 de abril en el campo de tiro de Riba-roja, donde se celebró una tirada de pichón a brazo dentro de un campeonato nacional. En esta ocasión, en Catarroja, se realizaba la segunda tirada del séptimo campeonato nacional de tiro a codorniz.
Según datos proporcionados por la asociación Mis Amigas Las Palomas (MALP), sólo en campeonatos oficiales, mueren más de 250.000 de estas aves al año, y más de 200.000 codornices, sin contar tiradas sociales ni entrenamientos, con los que las cifras se pueden multiplicar por 10.
Además, en distintos puntos se están recogiendo firmas para pedir la prohibición de este deporte, ya que las aves pueden ser sustituidas para este fin por objetos como platos o hélices. Los animalistas animan a las personas que quieran firmar por el fin de esta práctica o colaborar puede ponerse en contacto con la asociación Mis amigas las palomas, a través de su web o de su página de Facebook.
