Conocer de primera mano cómo se planta el arroz. Ese era el objetivo de la iniciativa que se llevó a cabo ayer en los huertos urbanos de Sociópolis. Y allí, junto a altos edificios —unos construidos y otros solo con los cimientos—, bajo un sol de justicia, con los pantalones arremangados y metidos en el agua enfangada, unos 35 alumnos de entre 8 y 10 años disfrutaron como nunca. Solo había que verles las caras para entender que el objetivo de la iniciativa superó ayer, con creces, las expectativas previstas.

La iniciativa se llevó a cabo en el marco del convenio de colaboración alcanzado entre la entidad agraria AVA-Asaja y el Ayuntamiento, y con la colaboración de la Fundación Agricultura y Medio Ambiente de la Comunidad Valenciana (Fuvama). «Los niños no saben cómo se planta el arroz. Lo desconocen. Aquí realizaremos todo el proceso. No hay mejor enseñanza que dejar que lo hagan ellos», aseguró ayer el capataz de Sociópolis, Antonio Navarro. Ahora bien, para cultivar arroz hace falta agua y un «tancat» que permita inundar el arrozal. Dicho y hecho. Con tan solo dos días de preparativos y una inversión que no alcanza los 600 euros, la organización cerró tres hanegadas de tierra y las preparó para poder plantar el arroz. Y es que, en este caso, el arroz no se sembró, sino que se «plantó». «Hemos traído unos 600 'plantons' y realizaremos todo el proceso del arroz hasta que podamos segarlo, a mano, como se hacía antiguamente, con 'corbella' como toda la vida, a finales de agosto», explicó el concejal de Pedanías en funciones, Vicente Aleixandre.

La primera fase de la «plantà» del arroz la realizaron, a mano, los alumnos de tercero y cuarto de Primaria del colegio público Padre Manjón. Después, entraron las máquinas para culminar la faena. Para Bernardo Ferrer, presidente de Fuvama, no hay mejor aprendizaje que el que se realiza sobre el terreno. Por ello, con paciencia, les explicó a los chavales cómo debían colocar los «plantons», con alguna que otra recomendación básica como per ejemplo, realizar la siembra «hacia atrás» para no pisar las matas.

En cuanto se dio el pistoletazo de salida, los pequeños no dudaron en meterse en el agua y disfrutaron como nunca. La gran mayoría de ellos no había visto un arrozal en su vida y si lo habían visto jamás pensaron que, con sus propias manos, separarían las plantas y las colocarían en la tierra. Toda una experiencia que no olvidarán con facilidad. Y es que ahora sí conocen todos los secretos del arroz de Valencia.