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Transparencia por diseño, transparencia abierta

La transparencia es uno de los ejes fundamentales del buen gobierno. La transparencia, en un sentido amplio que rehúse de la «zona de confort», se debe entender como un ejercicio de proactividad que fomente una apertura sin precedentes en todos los niveles gestión y Administración Pública de nuestro país.

La transparencia será «abierta» o no será, será «reactiva» o perecerá. Esta apertura provoca necesariamente la participación ciudadana, el empoderamiento, para garantizar la equidad y simetría del acceso a la información pública y su reutilización por parte de la ciudadanía, otras organizaciones públicas y el sector infomediario, principalmente.

La transparencia «abierta», como señalan Vicente y Jordán (2016) asumiría los principios del open data: disponibilidad íntegra de acceso, posibilidad de redistribución, y licencia para la reutilización, traspasando las fronteras de la transparencia «colaborativa» (Ortiz de Zárate, 2012, Cruz-Rubio, 2014) y la transparencia «clara» (Cotino, 2012, citado por Villoria y Cruz-Rubio, 2014).

Este matiz de «abierta» implica la transparencia «por diseño», es decir predefinir los procesos de gestión de la información en todos los niveles de la organización: (1) distribución de roles organizativos, (2) predefinir el derecho de acceso a la información pública, (3) ponderar, según el tamaño de la organización, la idoneidad de crear unidades de información, (4) codefinir con oficinas, unidades o servicios de la organización un mapa de obligaciones en materia de transparencia de acuerdo con la información que obre en poder de la organización, (5) descripción de procesos mediante un modelo entidad?relación que facilite la identificación de una estructura lógica normalizada para un entorno virtual, (6) integrar los sistemas de gestión de la información de la organización para cumplir con los principios generales de la publicidad activa (valorar la oportunidad de la implantación de un sistema de gestión documental (SGD) para cumplir con estos principios), (7) creación del catálogo o repositorio de datos, (8) publicación de datos abiertos, y (9) implantación de un sistema de gestión de quejas, sugerencias y agradecimientos (Vicente y Jordán, 2016).

En Cerrillo y Casadesús (2016) también se puede identificar la transparencia por diseño y el impacto de la gestión documental en la transparencia pública. Estos autores ponen de manifiesto la relevancia de la transparencia «por diseño» como una oportunidad para las administraciones públicas catalanas, de acuerdo con las exigencias legales, de transformar de forma radical el diseño de la gestión de la información a partir de la adopción de sistemas de gestión documental que asuman los principios de sistematización y automatización de la publicación de información y documentos.

Este ejercicio de previsión y planificación exigiría la aplicación rigurosa de técnicas y métodos de gestión de la información, así como la integración de departamentos de archivo y gestión documental y los nuevos servicios open data o de reutilización. Finalmente, a partir de estas reflexiones se evidencia la urgencia de una transparencia «abierta» y «por diseño» que adquiera un valor «disruptivo» generador de valor público que vaya más allá de las meras exigencias legales y de integridad institucional.

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