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Saga de artistas

Los gitanos que conquistaron el mundo

En Xirivella residieron y murieron El Noi y La Terremoto, miembros de una saga de origen valenciano que en el siglo XX revolucionó el flamenco y la rumba

Los gitanos que conquistaron el mundo

Juan Castellón Díaz es hijo de Juan Castellón Jiménez, «el Noi» (o «el Noy», según la época); sobrino nieto de Dolores Vargas «La Terremoto» y de Enrique Vargas «El Príncipe Gitano»; nieto de Juan Castellón Vargas, que junto a su hermano Pepe y sus primos Enrique y Paco, formó «Los Cuatro Vargas»; y bisnieto del primer Juan Castellón, que pasó a la historia del flamenco como «Juanito Valencia». Su abuela paterna Dolores «la Chacha», gitana del barrio barcelonés de Gracia, era prima de Antonio González, «el Pescailla», de «el Chango», de «Sisquetó» y del «Moncho».

Juan repasa la historia familiar mientras se apoya sobre una guitarra como para repartir tanto peso genético. Ha trabajado como músico y arreglista en más de 22 discos, y ahora prepara su primer álbum en solitario, que se publicará en Navidad en busca del mercado Europeo. Lo hace en un estudio de su pueblo, Xirivella, el municipio donde el pasado agosto murió La Terremoto, donde en 2010 murió El Noi y donde aún residen muchos de los descendientes de esta saga musical.

El inicio artístico de los Castellón-Vargas lo situa Juan en su bisabuelo Juanito, cantaor de fama que actuaba con «el Chufa» de guitarrista. «Nació en Valencia, en un sitio que se conocía como El Corralet, que estaba cerca de la plaza de España», explica su bisnieto. Juan y Pepe siguieron los pasos artísticos de su padre juntándose con sus primos Enrique y Paco para formar «Los Cuatro Vargas». Alcanzaron tal fama que llegaron a actuar en las recepciones que Franco organizaba en La Granja. En una de estas, Paco, el bailarín del cuarteto, estuvo a punto de cometer un magnicidio cuando se le escapó un botín y éste pasó rozándole la cabeza al Caudillo. «Según mi abuelo, Franco dijo que ese zapato tenía mucho arte y se lo quedó de recuerdo». Los Cuatro Vargas también hicieron fortuna fuera de España, sobre todo en Estados Unidos, «donde fueron para una actuación de tres minutos y se quedaron un año». Juan muestra varias fotos que dan idea del éxito de estos cuatro gitanos valencianos: ahí están con John Wayne, ahí con Anthony Quinn, ahí con Ava Gadner... «Un día estaban en el bar del hotel y se les acercó el camarero con una botella de champán a la que les invitaba aquella señorita. Era Ava Gadner. Mi tío Pepe fue a darle las gracias y al rato desaparecieron los dos».

La fama también sonrió a los hermanos Enrique y Dolores Vargas „es decir, el Príncipe Gitano y La Terremoto„, primos hermanos de Los Cuatro Vargas. El primero en triunfar (con triunfar nos referimos a vender cientos de miles de discos, llenar teatros, protagonizar películas y ser reconocido como un cantante de copla revolucionario) fue Enrique. Su sobrino Juan le recuerda ya con una edad bajando de un gran Cadillac negro acompañado de una joven a la que presentaba como su secretaria. Aunque para coches guapos, el del marido de La Terremoto, Pepe Castellón, también tío de Juan porque era primo hermano de Dolores. «Tenía un mercedes rojo que sólo había dos en el mundo „recuerda su sobrino„. El otro era de Bruce Lee». Cuando la fama pasó y murió su Pepe, Dolores dejó su chalé en la Moraleja y se fue a vivir a Xirivella con su hija. En internet aún se puede ver un vídeo de ella ya muy mayor provocando en el culto un terremoto de esos que le hicieron famosa.

El padre de Juan „es decir, El Noi„ también fue guitarrista de La Terremoto (y de Lola Flores, de Gracia Montes y de Manolo Caracol, incluso de la Duquesa de Alba, que siendo él adolescente le pagaba mil pesetas para que tocara la guitarra mientras ella bailaba vestida de flamenca en el Palacio de Liria). Pero sobre todo fue un revolucionario. Quizá de su padrino El Príncipe o de su tía Dolores aprendió a perderle el miedo a mirar más allá de los estilos y mezclarlo todo en un cóctel arrebatador. «Mi padre se empapó de la rumba en Barcelona pero en América, tocando con La Chunga, conoció la salsa, el mambo y el boogaloo. De allí se traía discos de Fruko, del Gran Combo, de Fania...». Con esas patillas, ese tupé y esos ojos azul verdosos que ha heredado su hijo, y acompañado de los músicos de Pérez Prado o el pianista Felipe Campuzano, El Noi grabó unos cuantos singles y un LP. Seis años después de su muerte en Xirivella y tras años de olvido „excepto para los grandes «connaiseurs» de la rumba, que siempre lo han tenido como uno de los grandes„, la música de El Noi vuelve a sonar.

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