Han pasado ya 75 años desde que un grupo de vecinos del casco histórico de Torrent se unieran con el objetivo de fundar la primera falla del municipio. Corría el año 1942, con la herida de la Guerra Civil todavía muy reciente. Las conversaciones se desarrollaban en una sala situada en la primera planta del bar Ca Penya, uno de los cuatro o cinco que rodeaban en aquella época el barrio que preside la Torre y que actualmente es una entidad bancaria en la esquina con la calle Marco.
Aquellos hombres, bajo humo de tabaco y sorbos de coñac, fueron modelando lo que se convirtió en la actual Falla de la Plaça, durante muchos años denominada Plaza del Caudillo. Los artistas Costa, Cabrelles y Puig fueron los encargados de plantar el primer monumento con el lema «el senserrà», una crítica sobre una práctica habitual entonces de los jóvenes que se dedicaban a armar gresca en la puerta de la iglesia tras una boda entre un viudo de edad considerable y una joven, según cuenta el libro conmemorativo del 75 aniversario de la comisión en el que han participado los investigadores locales Boro Ciscar y Aitor Sánchez.
No fue hasta dos años después cuando se eligió a la fallera mayor. El cargo recayó en Amparo Miquel Marín. Mientras, en 1948, la Plaça plantaba su primera falla infantil.
El ascenso y progresión de la comisión sufrió un frenazo durante las fiestas de 1957, meses antes de trágica 'riuada'. La iglesia había prohibido los bailes nocturnos en los paradores, y la víspera de Sant Josep se produjo una fuerte protesta popular que acabó con el derribo de los monumentos plantados, en la conocida 'Tombà'. El ayuntamiento zanjó la polémica dejando a las comisiones sin diez años de festejos. Pasado el veto, la Plaça volvió a ser la primera en arrancar la etapa de refundación en 1968. Y desde entonces, sigue año tras año a los pies de la Torre.
