Hacía un año que el dictador había dado por concluida la Guerra Civil, pero el goteo de cadáveres por la represión franquista era constante. Corría abril de 1940 y València se preparaba para celebrar la gran fiesta conmemorativa de la Unificación Falangista, una concentración de 250.000 falangistas con aportaciones de delegaciones nazis y fascistas italianos. Según detalló ayer durante una conferencia ofrecida en Godella Xavier Costa, sociólogo y profesor de la Universitat de València, en el cap i casal se dieron cita los altos mandos de Falange, entre ellos el ministro Serrano Suñer.

Antes del día grande, 21 de abril, se organizaron en las comarcas diferentes actos para «exhibir poder» y «mostrar que los valencianos eran fieles y disciplinados», apunta Costa. En los acontecimientos previos se produjo el fusilamiento de media docena de personas en Godella. El sociólogo incide en la «pugna» existente entre la cúpula de la Falange y una parte del ejército. «Mi hipótesis es que el General Aranda, distanciado de los falangistas, Capitán general y responsable de las ejecuciones en esta Región Militar, podría haber jugado un papel importante», explica.

El fusilamiento fue excepcional al sacarse de su lugar habitual de Paterna, y realizarse el 15 de abril, un día después del Aniversario de la República, que aquel 1940 fue domingo. «Probablemente Aranda querría recordar simbólicamente que el mérito de la 'victoria' sobre la República fue obra de los militares sublevados, y no podía apropiarselo la Falange», señala el profesor.

Xavier Costa describe que el ayuntamiento facilitó la ejecución, al proporcionar colaboración y medios, que, como mínimo, incluyeron el espacio de la zona de la Ermita, la realización de publicidad y de bandos. «Las víctimas fueron trasladadas en camiones y custodia motorizada desde la Modelo hasta la Plaza de la Ermita. El fusilamiento se produjo entre las ocho y las nueve de la mañana del 15 de Abril en el antiguo paredón del chalet situado en el número 9 de la Plaza de la Ermita», afirma.

Desde hace unos años, Costa investiga el suceso, la identidad de las víctimas y la fosa donde fueron sepultadas, tras recibir el encargo del entonces alcalde Salvador Soler y de Matías Alonso, del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica. Según sus investigaciones, los fusilados fueron Pedro (Plácido en otros textos) Albiach, labrador de Moncada, casado y de 38 años; Salvador Benedito, jornalero de València de 24 años y casado; Manuel Ferrer, casado de 50 años y de Bétera; Rafael Gironés, de Burjassot de 26 años y miembro de la CNT; Ricardo Senís, obrero de 32 años de Godella y militante de CNT y de la FAI; y Ambrosio Tárrega,de 36 años, militante de CNT y concejal en Godella durante la Guerra Civil.

Un testigo clave

Durante sus indagaciones logró dar con algunos testigos de la ejecución, que relataron que había unos 40 o 50 adultos asistentes, así como numerosos niños que iban esa mañana al colegio Cervantes. «Uno de aquellos escolares recordaba que pusieron las víctimas de espaldas cara al muro, pero que uno se giró y dijo 'Viva la República'. Otro testigo explicó cómo al salir del corral donde cuidaba las vacas de la familia para traer la leche a la tienda, se encontró en la Plaza de la Ermita con el momento de rematar, de dar el tiro de gracia. Cuando llegó a la tienda con la leche para vender, se encontró a la mujer de uno de los fusilados que iba a comprar leche a esa hora, y no sabía que acababa de morir su marido a unos cien metros», indica Costa. Este testigo ha permitido conocer muchos detalles del desgarrador episodio.

Inicialmente los cuerpos fueron sepultados en una fosa dentro del Nuevo Cementerio de Godella, donde todo indica que continúan.