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Desarrollo y urbanismo

El mapa perdido del Benidorm de l'Horta

La Pobla recupera en un almacén una docena de paneles de entre las décadas de los 50 y 70 con los que se planificó el urbanismo del pueblo y la playa

El alcalde Enric Palanca observa los planos antiguos junto al funcionario Juanjo Torres. v. contreras

El alcalde de la Pobla de Farnals, Enric Palanca (PSPV) es, además de alcalde, historiador. Por eso disfruta tanto (o más) estudiando el último Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) del municipio que un plano del pueblo trazado por un urbanista desconocido en la década de los 30 sobre el que distintos delineantes, arquitectos, técnicos y alcaldes volvieron a trazar en décadas posteriores su idea de lo que iba a ser la Pobla de Farnals del futuro.

En la mesa de su despacho descansan varios paneles de cartón con dibujos en acuarela de manzanas, calles, plazas y demás. Palanca los mira y los remira, los compara con los mapas actuales y, como buen historiador, saca conclusiones. «Estos planos son importantísimos porque muestran como era el pueblo antes del desarrollismo y cómo se planificó su futuro. Pero también es la génesis de la desigualdad y de algunos de los problemas que aún hoy afectan al pueblo y, sobre todo, a la playa».

Junto al alcalde y los mapas están su secretaria Gloria Montanar, y después vendrá Juanjo Torres. Los dos son funcionarios desde la transición y es a ellos a quienes hay que agradecerles la supervivencia de los cartones que Palanca estudia con entusiasmo infantil. «Cuando se aprobó el plan general de 1982 nos dijeron que tirarámos los paneles antiguos, pero decidimos guardarlos en un almacén», explica Montanar. Y allí, en ese almacén, permanecieron durante más de tres décadas hasta que llegó el alcalde-historiador para rescatarlos del olvido mientras colaboraba con el también historiador Pau Pérez en una investigación sobre la memoria democrática de la localidad.

Se trata de una docena de paneles, algo descoloridos pero conservados en buenas condiciones, algunos de los cuales -aunque figura la fecha de 1958- se basan en un plano de los años 30. «Son como planos sinópticos- explica Palanca-. Utilizaron planos antiguos para ir dibujando las zonas de expansión, las nuevas calles o los nuevos edificios». «Hay que fijarse en los detalles de las zonas que aún no estaban hechas y se ve como en aquel tiempo los espacios dotacionales como los parques y los edificios públicos no tenían apenas relevancia y el suelo se aprovechaba fundamentalmente para construir espacios privados: eran los tiempos del primer boom inmobiliario».

En este sentido, Palanca da especial valor a un plano realizado por el ayuntamiento sobre la urbanización del barrio de la Playa de 1976. Fue unos años antes (finales de la década de los 60) cuando se inició el desarrollo de esta área del litoral valenciano gracias sobre todo a Juan Granell, un publicista de éxito de Radio Valencia reconvertido en promotor inmobilario que importó de Estados Unidos -viendo desde una butaca de cine los documentales de Fox Movietone sobre cómo ganaban los americanos metro al mar usando espigones- el concepto de «ciudad de vacaciones».

Aquello desembocó en la construcción de quince bloques de hasta 120 apartamentos en la Pobla y el puerto deportivo, una especie de Benidorm para el áera metropolitana de Valencia y una clara muestra de crecimiento desbocado al que, al parecer, se intentó poner cierto orden con esos planos que ahora maneja Palanca. «Algunas personas se harían ricas con la construcción de complejos en la playa mientras que los antiguos propietarios de los campos de arroz de la marjal preexistente verían muy poca cosa de lo que realmente se movía», reflexiona el alcalde.

Si se observa el panel con detenimiento llaman la atención algunos detalles, como el de la rotulación de uno de los viales principales del barrio de la playa como Avenida del CIT (Centro de Iniciativas y Turismo), aunque finalmente se le cambio una letra y pasó a llamarse Avenida del Cid, para ser renombrada de nuevo ya en época democrática como Avenida de la Constitución.

«Pero lo que más llama la atención -subraya Palanca-, es la falta de dotaciones. El barrio se concibió como un lugar para pasar el verano, no para vivir todo el año, y por eso en el plano se ven lo que serán futuros edifiicos pero apenas aparecen dotaciones como el centro médico o la casa de la cultura o el centro para mayores... Aunque todo eso se fue introduciendo a partir de los 80 muy poco a poco, a día de hoy la Playa de la Pobla sigue padeciendo los problemas de diseño que se ven aquí».

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