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Meliana

Adiós al arte dulce de tres generaciones

La pastelería Gil baja la persiana por la jubilación de los dueños después de más de un siglo de tradición artesana familiar en l´Horta Nord

Adiós al arte dulce de tres generaciones

«Creo que todos nacemos para algo y mi padre, Vicente Gil Morón, nació para ser pastelero». Son palabras de Mayte Gil, hija de los dueños de la emblemática pastelería de Meliana que el pasado 31 de diciembre cerró sus puertas tras más de 100 años en activo. Vicente y María Luisa llevaban desde 1989 al frente del establecimiento y finalmente les ha llegado el momento de acabar su labor para jubilarse.

Entre cánticos del vecindario, «Visca el pastisser!», llantos, abrazos y palabras de buena suerte, ese domingo de diciembre el local decía adiós para siempre. Y lo hacía antes de la hora porque, a pesar de que el local esperaba acabar la jornada a las siete de la tarde, como es costumbre el último día del año, tuvieron que paralizar la venta a las cuatro de la tarde porque la gran afluencia de gente que acudió a realizar su última compra de pasteles, acabó con el género para vender. «No teníamos más que vender. Hubo clientes que se llevaron más de tres tartas». «Vamos a congelarlas para cuando queramos comérnoslas», decían, conscientes de que nunca podría volver a la Plaça Major, como cada domingo hacían muchos melianeros, a comprar los pasteles para la hora del café. Un negocio que comenzó el abuelo de Vicente hace 105 años, en 1912 y que casi cuarenta años después pasaría a ser gestionado por su padre, Vicente Gil Nicolau, quien dejó a un lado su carrera como farmacéutico para hacerse cargo de la pastelería, un local familiar que había visto crecer y del que tanto había aprendido. Hasta rozar los años noventa. «Mi padre heredó un don que le venía de familia. Es vocacional. Estoy segura de que él nació para esto», apunta Mayte con lágrimas en los ojos. Situado en plena Plaça Major del pueblo fue a lo largo de su historia un lugar de encuentro para los jóvenes de los alrededores. Su amor por Meliana y los melianeros y melianeras ha causado en tantos años de trabajo, que sus pasteles y tartas sean «insustituibles».

La tarta melianera

Mayte apunta que los clientes siempre han sido fieles y buscaban «la artesanía única de la familia». La crema especial y la «tarta melianera» son productos que «los ciudadanos de la zona nunca olvidarán». Con el paso de las décadas, la pastelería Gil, que también es un «salón de té» o «cafetería» ha experimentado reformas y rehabilitaciones, pues los años se notan. «Se ha ido modernizando con los años, es super bonita por dentro». Vicente y María Luisa se jubilan. Abrieron en septiembre sabiendo que a su segunda casa, la pastelería, le quedaban tres meses. «Abrieron con previsión de cerrar a final de año».

De sus tres hijas, ninguna seguirá esta saga que suma ya la tercera generación. «Nosotras nos hemos dedicado a otras cosas», dicen. Sin embargo, si hay algún candidato para continuar con la gestión, apunta una de sus hijas, se podría abrir el proceso de traspaso. Así todo, la historia de los Gil con la pastelería quedará en la memoria de Meliana. A no ser que la pequeña Noa, la única nieta de los dueños, decida que la repostería es, también, su vocación.

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