Remedios Lluch Orts, conocida como ´La Severina´ y considerada la mujer de más edad de la comarca, falleció ayer a los 106 años. El funeral se oficiará esta tarde a las 16.30 horas en la Iglesia Parroquial de Bonrepòs i Mirambell, su localidad natal y en la que vivió siempre.

La abuela del Horta nació allá por el 1911. Lo hizo en la típica casa huerta, enclavada en el linde entre Bonrepòs y Foios. Remedios era la segunda de ocho hermanos. Pronte se marchó a Cases de Bàrcena a vivir con sus abuelos. Allí empezó a ir a la escuela, donde la maestra advirtió que necesitaba lentes para poder leer. Las gafas ya le acompañarían el resto de la vida.

Su ilusión fue ser maestra, como doña María, la docente que tuvo de pequeña. Pero como solía pasar en aquella época, las necesidades se imponían a los deseos, y Remedios acabó de costurera ayudando a su tía, que también vivía en la misma alquería de Cases de Bàrcena.

Como cualquier joven de su época, empezó a festear y se casó. Fue un 20 de julio. Sólo dos días después del alzamiento franquista en 1936. Tenía 25 años. La luna de miel discurría con los primeros fogonazos de la Guerra Civil. Remedios y Julio, su esposo, tenían la ilusión de viajar a Barcelona, pero lo descartaron por seguridad. Eligieron un destino más próximo: Benigànim. «Al día siguiente de llegar, vimos cómo un grupo de gente entraba en un monasterio, se llevaba una imagen como si fuera un saco de patatas y la tiraban a tierra», recordaba a este diario en un reportaje por su 105 cumpleaños. De hecho, los recién casados regresaron con el cura Vicente Genovés escondido para que se refugiara en València. La posguerra fue muy dura para Remedios, y trataba de esquivar cada ves que se terciaba una conversación. Tuvo que acoger en su casa a un capitán de la legión, que intentó violarla. Aquel suceso le provocó un fuerte trauma, por el que tuvo que ser hospitalizada durante mucho tiempo.

En cambio, recordaba siempre con lucidez, que un hermano de su padre se fue a vivir a Barcelona como comerciante. Aquel tío, tuvo un hijo. Ernesto. Que luego sería Ernest, catedrático universitario y ministro de Sanidad. «Nunca supe por qué lo mataron (ETA), si sólo era un profesor».