«Estaba toda rociada de alcohol y me acercaba el mechero encendido, mientras me decía que me iba a quemar viva». Así relataba lo ocurrido, detrás de biombo para no tener que enfrentarse de nuevo a las miradas de su agresor, una joven de 22 años que fue brutalmente agredida y retenida por su exnovio, con el que acababa de romper el día anterior, en un chalé de l´Eliana en agosto de 2015. Hasta tal punto llegaba el terror que pasó ese día, que la víctima incluso se orinó encima, según reconoció afectada todavía al recordar los momentos más duros, pero serena sabiendo que su presunto agresor se enfrenta a una pena de 21 años de cárcel por estos graves hechos.

Por su parte, el acusado, de 24 años, se limitó a negar una tras otra todas las acusaciones. Que la llevara por la fuerza a la casa, que cerrara todas las puertas y persianas para que no pudiera escapar, así como que la hubiera engrilletado con unas esposas. De igual modo, negó que le propinara una paliza, aunque no dio explicación alguna a las lesiones que presentaba en la cara la joven cuando acudió a la Policía Local de l'Eliana tras pedir ayuda a una amiga. Tampoco recordaba el incidente del alcohol, las amenazas con prenderle fuego y todos los episodios anteriores de violencia machista, tanto los golpes como los insultos, que sí detalló la víctima.

«Me tomé cuatro trankimazines y cuando me desperté, ella ya no estaba, no sé si se quedó a dormir o no», alegó el procesado en el juicio, celebrado ayer en la Audiencia Provincial de València. Respectos al juego de llaves pequeñas que le intervino la policía, dijo que eran de una hucha y no de los supuestos grilletes con los que habría inmovilizado a su víctima.

Los hechos se remontan a la noche del 6 de agosto de 2015 cuando el acusado acudió a casa de una amiga de su exnovia, quien había decidido terminar con la relación el día anterior. «Se puso a llorar, diciendo que le hacía hacer cosas que no quería, y pensé que hablando con él se podía tranquilizar», explica la agredida. Sin embargo, cuando se alejaron de sus amigos, éste la cogió del brazo y se la llevó a la casa okupada en la que habían estado conviviendo unos meses. «Si me tienes que matar, hazlo ya», le llegó a suplicar ella después de ser golpeada repetidamente.

Según asegura la víctima, el acusado la tuvo retenida en la casa, con las persianas bajadas y las puertas cerradas, le colocó unas esposas y le tapó la boca con una camiseta. Después de golpearla le roció con alcohol y la amenazó con un mechero. "No paró hasta que vio que me oriné encima del miedo que tenía, entonces se sentó y me dijo que lo hacía porque me quería", relató la joven en la vista oral.

La víctima logró escapar de la vivienda a la mañana siguiente aprovechando que éste salió a por analgésicos que ella le había pedido."Tenía ganas de denunciarlo, pero a la vez tenía miedo", reconoció la agredida. Durante su declaración el acusado hizo varios comentarios entre risas y la presidenta del tribunal tuvo que llamarle la atención. "Son hechos muy graves, no es cosa de risa". Así le recordó que se enfrentaba a una pena elevada. Concretamente el Ministerio Fiscal solicita cinco años de prisión por el delito de lesiones, cinco más por la detención ilegal, tres por las amenazas, y ocho más por los malos tratos y amenazas previas a ese día, en total penas que suman los 21 años de cárcel.