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L'Horta Sud

Un centro de empleo especial a punto de cerrar por falta de ayudas

La cooperativa de Mislata Virgen de la Esperanza emplea a 11 personas con diversidad funcional y «sobrevive» desde diciembre sin subvenciones de la Conselleria ? «Sin ese dinero no podremos seguir»

A simple vista no llama la atención. La nave de la cooperativa la Virgen de la Esperanza no es llamativa, ni moderna. Podría compararse con una cebolla porque cuanto más entras, más capas eliminas y más cerca estás de descubrir su esencia. La pequeña empresa emplazada en Mislata es un centro especial de empleo que funciona con 11 personas empleadas con diversidad funcional. Siete de ellas con diversidad funcional psíquica y tres física. La pequeña nave lleva en marcha desde 1987. Ese año, la mayoría de los ahora trabajadores acabaron el colegio. Tenían 18 años y, sus familias, una preocupación. ¿Qué harían ahora?.

Entonces nació la cooperativa Virgen de la Esperanza, donde casi todos los empleados, que ahora rozan los cincuenta años, han trabajado desde el inicio de su vida laboral. Al principio comenzaron haciendo zapatos de esparto pero desde hace 20 años, la Virgen de la Esperanza se dedica a hacer montajes de iluminación para una multinacional. Pero tienen un problema, la tardanza de las ayudas del Consell les tiene pendiendo de un hilo. «Necesitamos las subvenciones para sobrevivir como empresa».

La Virgen de la Esperanza trabaja para un solo cliente al que deben unos plazos, unos encargos, al que debe una programación. «Trabajamos para una gran empresa y el cliente nos exige como una empresa normal, como es lógico. La productividad es más baja y si pedimos más faena no podemos hacerla, no llegamos. Tenemos limitaciones pero las mismas responsabilidades», explica el tesorero. «Por eso, necesitamos que esa 'falta de productividad' la supla la subvención» .

Con su actividad, la cooperativa factura al año unos 115.000 euros pero, por otra parte, necesita de las subvenciones que otorga la Conselleria de Economía a través del Servef para poder pagar a sus trabajadores. Unas ayudas a centros especiales de empleo que llegan habitualmente con retraso pero que esta vez les están llevando al límite. «Llevamos desde diciembre de 2017 esperando la mitad de las ayudas de ese mismo año y de las de 2018 ni siquiera tenemos noticia de ellas», explica Nacho García, tesorero de la cooperativa. Ahora, se plantean qué hacer. «Tenemos que dejar de pagar nóminas, pagar a Hacienda, pagar el IVA...¿qué hacemos? Nos planteamos cerrar», lamentan. El aspecto que más sorprende a la empresa es que el dinero que se les abona «es muy poco para la Conselleria pero supone mucho para nosotros».

A pesar de todas las dificultades, los trabajadores no pierden la esperanza. «Seguiremos luchando», dice Silvia, una trabajadora con diversidad funcional física.

Josevi, Antonio y Juan Carlos trabajan mecánicamente. Sonrientes, explican a Levante-EMV cuál es exactamente la función que realizan con cada pieza. Paco, María Ángeles, Quique, Silvia y Marco van de un lado a otro, comentando, bromeando. «Son unos trabajadores maravillosos. Son personas nobles, comprometidas y muy cariñosas. Somos muy felices aquí. Nadie conoce lo que pasa aquí, es maravilloso», dice Silvia, con los pelos de punta. «Mira lo que pasa cuando hablo de ellos», añade. Apenada, la trabajadora destaca que «si no recibimos las subvenciones, la empresa cerrará. Las necesitamos para hacer frente a los gastos porque el dinero que cobramos de nuestro cliente no es suficiente», dice. «Sin las subvenciones no somos nada», concluye una triste Silvia.

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