Recientemente, los socialistas de Aldaia propalaron en la prensa que se había logrado un superávit de 6 millones de euros en los presupuestos municipales del 2017, añadiendo que ello era indicativo de su buena gestión y sobrado progresismo, social, cultural y general, amén de la buena planta. Los tristes hechos, sin embargo, ilustran lo contrario. Como pudo oírse y verse en el pleno de marzo de aprobación de los presupuestos para 2018 (el vídeo puede visionarse en la web municipal), la gestión socialista del año anterior resultó calamitosa. Primero, porque se trataba de un presupuesto prorrogado del 2016, al faltar al gobierno socialista capacidad de diálogo con las restantes fuerzas políticas y sociales y no disponer tampoco de mayoría suficiente para aprobarlos. Segundo, porque durante 2017, según los datos que también deberían estar disponibles en el portal municipal de transparencia, la ejecución del gasto al acabar el año apenas sobrepasaba el 51% de lo previsto. Es decir, que de cada 100 euros presupuestados vía innumerables modificaciones de las partidas para sufragar alguna obra o servicio municipales, tan solo gastaron la mitad, en términos generales.

Tercero, porque durante ese año 2017, los socialistas pidieron además concertar dos préstamos por valor de 4 millones para financiar obras como la futura Biblioteca en el antiguo Mariano Benlliure y el cambio de luminarias urbanas, ninguna de las cuales ha empezado a fecha de hoy.

Es lógico que con tanto "no hacer" las arcas municipales muestren un superávit abultado, pero ello antes que despertar la general alegría y contento poblacional constituye en cambio motivo de desolación y crítica. Cuando estás en una empresa privada, o en tu hogar, a lo mejor es positivo tener superávit, pues eso indicaría que has conseguido ahorrar gastos, aunque sea mediante pequeños sacrificios. En el caso de los servicios públicos, orientados en primer lugar a garantizar sin recortar derechos constitucionales a toda la población no ocurre lo mismo, más bien al contrario.

Cuando se presupuestan unas cantidades y luego se quedan sin gastar, por -como dice el gobierno socialista que ocurre en Aldaia- carecer del personal necesario para tramitar los expedientes que habría que cursar (y carecer de iniciativa, que diría la oposición), está claro que quienes salen perjudicados por necesidad son los vecinos y vecinas.

Quienes están siempre interesados en recortar el gasto en todas las administraciones públicas son los neoliberales, agentes encubiertos de la oligarquía financiera nacional e internacional. Porque quieren que en lugar de pagar impuestos para el bien común (sanidad, educación, pensiones€) cada trabajador y trabajadora recurran -si pueden- a las empresas lucrativas para satisfacer sus necesidades más básicas. ¿A esto quiere apuntarse el Ayuntamiento de Aldaia?

*Portavoz EU Verds Aldaia