Apoteósica, como su cordà, es la fe que desde antaño se le tiene al Cristo de la Fe en la Villa de Paterna. «Sois de la Fe intitulado /, Christo nuestro Salvador» se le aclama en sus Gozos, un texto que resume bella y popularmente el kerygma bíblico, la historia de Salvación, unido aquí indisolublemente a san Vicente Ferrer, a cuyos pies orando aparece siempre el dominico valenciano.

«A visitaros venía/ Vicente nuestro Patrón" según pía tradición/ lo acredita aún en el día:/ en vuestra escuela formado/ fue este gran Predicador/?.» Los Gozos son textos que resumen con sencillez las principales connotaciones de las devociones religiosas populares abastecidas en la oralidad de antiquísimas tradiciones pasadas de padres a hijos.

De san Vicente Ferrer y el Cristo de Paterna escribo en uno de los capítulos de mi último libro, el 25, que versa sobre Fray Vicente Ferrer, y estará en la calle dentro de pocas semanas, patrocinado por la joven Cofradía de san Vicente Ferrer -impulsada ahora valerosamente por Federico Vidal Mestre- y la Parroquia del Cristo de la Fe de La Cañada, herederas de la devoción al Cristo y san Vicente en Paterna. Un libro que es una relectura de la vida del fraile dominico contemplado también desde su vertiente cívica, no sólo religiosa y aparecen en él las dos curiosas claves que explican la relación de Vicente Ferrer con Paterna y lo que por ella, incluso en el plano comercial, hizo el santo. De esta manera se conseguirá, además, que en las librerías haya un libro del santo de quien se está celebrando el VI centenario de su muerte.

¿Por qué frecuentaba san Vicente Ferrer Paterna, por qué se empleó tan a fondo en ella, le impulsaba alguna razón política, además de la religiosa, para acercarse y estar en ella? Lo dejamos ahí, en las preguntas, para no desvelar antes de hora el contenido del libro.

Desde la perspectiva analizada se entenderá mejor el poso vicentino de estas fiestas al Cristo de la Fe, que, como de otras tantas poblaciones valencianas ya hemos comentado, una fuerte devoción a la imagen de un Crucificado nos remite de inmediato a un pueblo que estuvo fuertemente arabizado.

Entrega pacífica

Los valencianos musulmanes, de religión islámica, en Paterna fueron muy inteligentes. No ofrecieron resistencia a Jaime I y pactaron la entrega, para que el aragonés no entrara como elefante en sus cacharrerías y les destrozara sus florecientes alfares y negocios de exportación cerámica. Muchos antes de que cayera Valencia, los moros de Paterna salieron con músicas a vitorear al nuevo señor de la villa a quien se la rindieron sin ninguna pega, a cambio de que les dejara tranquilos en su quehacer y comercio artesanal y sus rezos en las mezquitas.

Las concesiones del rey y sus sucesores hizo que Paterna fuera marcadamente una villa islámica, desfondándose en ella la Iglesia, sobre todo san Vicente Ferrer, en las tareas de su cristianización, de su evangelización. De ahí que estas fiestas, pura memoria histórica, sean dedicadas ruidosamente, con mucho color y pólvora, con Moros y Cristianos, al Cristo de la Fe -»Los que acuden a Paterna/ a obsequiarle de esta suerte, / por su pasión y su muerte/ lograrán la gloria eterna/ con corazón humillado/ todos os dicen Señor/»- y a san Vicente Ferrer.