En el CEIP Maestro Serrano de Mislata, padres y madres se arremolinaban en ambas acera esperando a la entrada de sus hijos. Allí estaba Cristina con sus hijas de 11 y 4 años, alumnas del centro desde siempre. "La verdad es que ya tenían ganas de empezar y han venido muy contentas", explicaba. El colegio todavía tiene barracones desde hace muchos años y el Ayuntamiento de Mislata ha acordado con la conselleria de Educación construir uno nuevo en el barrio del Quint II. "No sé si a nosotros nos llegará el nuevo colegio, pero a mí me fastidiará porque yo vivo en esta misma calle", confesaba. La madre admite que le gustaría que no hubiera barracones pero indica que las "instalaciones están bien, tienen ventiladores, calefacción y si estuvieran mal lo diría", sostiene.

También esperaba la hora de entrar, Charo, con dos niñas que inician 3 de Infantil y primero de Primaria. "Con ganas de comenzar ya, que las vacaciones se han hecho muy largas", reconoce. "Las niñas han venido con ilusión de comenzar en nuevo pabellón y de ver a las amigas", aporta. Sobre el futuro centro, desconoce los plazos: "Creo que no nos pillará. Para eso hacen falta muchos años". Cerca de Charo estaba Laura. Su hoja tiene 7 años y arranca segundo de Primaria. La madre admite que "estoy yo más nerviosa que ella", mientras le pasa la mano por el pelo. La mujer quería cambiar a su hija a otro centro de la avenida del Cid, pero no ha podido ser.

Empieza a llover y la calle se convierte en un mar de paraguas. Los que no se arrinconan bajo las cornisas para evitar mojarse. En la acera frente a Maestro Serrano está Loli. Cubre con el paraguas a su hija, de cuatro años, que espera sentada en el cochecito infantil. Tenía sentimientos contrapuestos. "Con ganas de que empiece, pero a mi también me da pena dejarla", dice. Su hija no cursa en barracones y defiende que las instalaciones están bien. Pero lo que más valora es el sistema. "Lo que me importa es cómo educan a los niños y aquí me gusta cómo lo hacen", afirma. Sobre una futura mudanza de colegio vaticina que se "supone que nos iremos años", pero insiste: "lo que importa es la manera de educar a los niños".

Suena el timbre y niños y niña van poco a poco entrando en Maestro Serrano. Padres y madres se despiden de ellos. Alguno se resiste a soltarse de la piernas de su progenitor. Al final, todos entran. En apenas unos minutos, la calle se queda desierta. El curso ha comenzado.