«Nos prometieron que quitarían los barracones. Ya que no lo han hecho, qué menos que mantenerlos en buen estado». Es la queja de una de las madres del CEIP Príncipe de España, en el que aproximadamente la mitad del alumnado -tres clases de infantil y seis de primaria- asiste a clase en este tipo de aulas. Instalaciones en teoría temporales, pero que se convirtieron en las únicas clases que varias generaciones de alumnos valencianos han conocido. En el caso de este colegio de Picassent, además, el paso del tiempo y la mala instalación ha hecho que los barracones sufran de enormes goteras con cada lluvia.

Pero no hacen falta precipitaciones torrenciales: ocurre incluso con cada amago de llovizna. En este inicio de curso, pasado por agua, no han surgido nuevas goteras en las aulas, pero aún no han terminado de solucionarse los desperfectos ocasionados durante las de la semana pasada. «No han ido ni a repararlo. Mi hija está allí con el agua goteando del proyector. No son condiciones para que acudan a clase», manifestaba la madre de un alumno. Según apuntan desde el colegio, cuando se inauguraron los barracones, en 2011, se encontraron con problemas de humedad derivados de una instalación que ya entonces les generaba desconfianza. En los últimos años la situación ha empeorado hasta el punto de que profesorado y alumnos se encuentran con goteras y grandes charcos en las aulas con cada chubasco que riega Picassent.

Por otro lado, los equipos electrónicos del colegio —proyectores, pizarras digitales, altavoces...— se dañan cuando llueve, y es el propio centro educativo, denuncian, el que se ha de encargar de reparar o reponer los dispositivos estropeados. «Compramos fundas de neopreno e insistimos a los profesores para que lo apaguen todo cada día», explica una antiguo miembro del equipo directivo. «Aun así, caían cuatro gotas y se iba todo al traste». Ocurre lo mismo con el material docente de los alumnos, que se estropea rápidamente debido a la humedad.

Ha sido un post en Facebook, con vídeos de las goteras que surgieron tras las lluvias de la semana pasada, lo que ha alertado finalmente a los padres y madres. «Ellos no se imaginan lo que pasa allí hasta que lo ven. Ahora están asustados. Una de las aulas afectadas es para niños y niñas de tres años», explican fuentes del CEIP. Han intentado denunciar el caso, explican, a la Conselleria, el Ayuntamiento y la empresa responsable, REMSA, a quien envían partes con cada lluvia. De momento, sin solución.