La celebración del centenario de la protección del Castell de Alaquàs ha estimulado la curiosidad de numerosos colectivos locales y de otros municipios por conocer más detalles de su valor arquitectónico y la historia del bello monumento renacentista. Las rutas guiadas se suceden entre los muros del palacio, que edificó en las primera décadas del siglo XVI Jaume Garcia d'Aguilar i Amalrich.

Durante el fin de semana, el obrador musulmán Alí Porrota, que habitó en el señorío de Alaquàs a finales del siglo XV, volvió de nuevo del pasado para hacer de guía. Este musulmán es además uno de los personajes de la novela histórica "La Hoja de Malva" y fue su autor, el investigador local Adrià Hernández, el encargado de dar vida a Porrota, como también hizo en las representaciones de la obra sinfónica "La Fulla de Malva" de la Unió Musical d'Alaquàs.

Porrota guió a un grupo formado por una veintena de personas dirigentes, volutarias y usuarias de Caritas, que acudieron acompañadas por el párroco de la Mare de Déu de l'Olivar, Pedro San Clemente. El colectivo fue recibido por el personaje, ataviado con chilava y pañuelo, en la entrada del Castell, donde actualmente están los 'gegants' de Carmesina y Sotil, otros dos personajes de la historia de Alaquàs anteriores a la construcción del palacio.

Tras recibirles y saludarles, les explicó la importancia del arco de la entrada, del patio gótico y del muro de tapial, para subir posteriormente a las salas nobles de la primera planta, donde incidió en el valor de los azulejos cerámicos que recubren los suelos y los artesonados de madera de los techos, que fueron encargados y realizados expresamente para el palacio.

Sobre la cerámica, Hernández indicó que en el Castell se pretendió emular algunas de las composiciones en mármol que tienen los monumentos italianos de la época y,de ahí, los motivos geométricos que se utilizaron. El conjunto de los azulejos cerámicos y los artesonados conforma un "unicum", según estableció el director del Museo de la Cerámica González Martí, Jaume Coll, cuando se redactó el plan director del palacio, antes de su restauración en 2007.

El grupo tuvo acceso al oratorio construido a finales del siglo XVII por el que los señores de Alaquàs, cuando estaban en el Castell, podían asistir a los oficios religiosos en la iglesia anexa de la Asunción sin salir de su recinto y sin mezclarse con el pueblo. Esta pequeña dependencia, que habitualmente está cerrada, se abrió para recibir al grupo y permitió observar la belleza de los esgrafiados del templo.

También conoció que los muros del palacio están llenos de grafitis pintados en diferentes épocas, de los que algunos han sido restaurados y dejados al descubierto, como los de la galería del sobreclaustro que revelan la vinculación con intelectuales y humanistas de la época que tuvieron los señores de Alaquàs.

Finalmente, visitantes y guía subieron por los ascensores panorámicos a una de las torres y divisar desde allí el paisaje ya que se contempla una parte de l'Horta Sud, la ciudad de València y hasta el Micalet. Tras la ruta, el grupo disfrutó de un almuerzo.