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La primera trombonista

Una pasión en igualdad

Alba Soriano, de 12 años, se ha convertido en la primera trombonista en la historia de L'Artesana

La primera trombonista en la Societat Musical L?Artesana de Catarroja

La primera trombonista en la Societat Musical L?Artesana de Catarroja

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La primera trombonista en la Societat Musical L?Artesana de Catarroja Natalia Fernández | Catarroja

En 1888 se escuchó por primera vez en Catarroja una banda de música. En 1927 se constituyó de manera formal la Societat Musical L'Artesana de la ciudad y, en todo este tiempo, nunca había habido una mujer que tocara el trombón. Hasta ahora. Alba Soriano García tiene 12 años y su sueño siempre ha sido hacer sonar este instrumento. Hace tres años entró en la Banda Juvenil de L'Artesana y ahora lo ha hecho en la Sinfónica. Se ha convertido así en la primera trombonista de esta sociedad.

«Cuando lo veía por la calle me gustaba un montón. Siempre decía 'mira, mamá'. Una vez, hace mucho tiempo, hablé con uno de los músicos y me dijo que se llamaba trombón». Así recuerda Alba los primeros momentos en los que, muy pequeña, se fijó en este instrumento. Ante esto, sus padres, Toni Soriano y Elisa García, decidieron apuntarla a la Sociedad Musical L'Artesana, donde comenzó, como todos los niños, en jardín musical. «A punto de elegir instrumento, cada semana venían músicos, tocaban y nos explicaban. Cuando vino el trombón ya lo tuve totalmente claro», recuerda Alba. Y así fue: con solo seis años comenzó con este instrumento.

Un sueño de principio a fin

Su profesor, Vicente Almarche, cuenta que L'Artesana tuvo que comprarle un trombón pequeño porque el instrumento «era más grande que ella». Sin embargo, pesar de que es uno de los más difíciles porque las notas se emiten en función de la posición exacta que se coloque, no como otros con teclas o pistones, Almarche confiesa que Alba ha trabajado muchísimo: «Ella tiene facilidad para tocar, pero no porque tenga el don, sino porque tiene interés y se le hace fácil». Su pasión por el trombón, además, la compagina a la perfección con sus estudios. Ahora acaba de comenzar 1º de la ESO y también el primer curso del conservatorio, por lo que se está adaptando poco a poco a todos estos cambios.

Alba lo tuvo fácil porque tanto sus padres como sus profesores le dieron la total libertad para poder elegir el instrumento que quisiera. No obstante, esto no siempre ha sido así. Vicente Almarche confiesa que «normalmente» siempre ha sido un tabú que las chicas tocasen instrumentos de metal: «Nosotros estamos ya 10 años luchando contra eso, pero la mayoría de culpa la tienen los padres». En muchas ocasiones, los estigmas que hay presentes en algunos instrumentos han hecho que, a pesar de que el niño o la niña quieran tocar uno en concreto, sus progenitores decidan que es más adecuado otro. El trombón, añade, «está rechazado mayoritariamente porque es muy grande».

Sin embargo, los padres de Alba no piensan así, en absoluto. Toni Soriano, su padre, considera que «seguirá con la música si toca el instrumento que de verdad quiere». Además, agradece que la niña haya tenido profesores «jóvenes o de mente abierta» porque siempre la han animado a aprender lo que ella quisiera. De hecho, su pasión y su trabajo constante con el trombón han llevado a Alba a decidir firmemente sobre su futuro: «De mayor quiero ser trombonista profesional o profesora de trombón». Su intención es continuar en la música de manera profesional y, gracias a su tesón y a su constancia, Vicente Almarche cree que Alba va, sin duda, por el camino adecuado.

Su duro trabajo, acompañado de la pasión que le pone al trombón y a la música, han hecho que tenga «el futuro garantizado» en este ámbito. Aunque sus padres nunca han sido músicos ni han tenido relación con este mundo, están encantados. «Yo soy cocinero porque quiero, ella quiere ser música y tiene que pelear por ello para conseguirlo», afirma su padre. A raíz de esto, su madre también está en la Junta Directiva de L'Artesana para poder ayudar en lo que sea posible y su hermana, Andrea, con tan solo ocho años, ya está aprendiendo a tocar el oboe y mejorando día a día.

Ni Alba ni su profesor han notado nunca ningún tipo de discriminación dentro de la sociedad por ser la única chica que toca el trombón. Toda esta normalización está dando sus frutos y, actualmente, ya son cuatro las niñas que están estudiando trombón y también trompa o percusión. Para Alba, la clave es sencilla. A todas les diría que persigan sus sueños: «Es lo que hice yo».

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