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Del óxido a la esperanza

Del óxido a la esperanza

Tiempos de alegrías presupuestarias, de crédito fácil, de grandes proyectos. Entre ellos, el de la Ciutat de la Pilota, idea lanzada en una reunión de Eduardo Zaplana con pelotaris y aficionados convocados en el pueblo de Genovés. El alcalde Emilio Llopis, íntimo de Alfonso Rus, capitalizó muchas iniciativas, entre ellas la del Museu de la Pilota. En aquella reunión, Zaplana se comprometió y se lanzó, con el conseller Manuel Tarancón, a construir el complejo más impresionante que pudiera concebirse. Todas las modalidades tendrían cabida en torno a una plaza central que sería la destinada a acoger los grandes duelos internacionales. Juliet d' Alginet, mítica figura, sería el encargado, junto con el ministro de trabajo Zaplana, de poner la primera piedra de una obra que convertía a València en la referencia mundial del Joc de Pilota. Era el 14 de abril de 2003. Tres años después debería estar finalizada. Han pasado más de tres lustros y salvo el trinquet, todo está por hacer. En pie las estructuras, con hierros oxidados, en una deplorable imagen de abandono.

No pocos afirmaban en su día si no sería mejor invertir aquellos millones en mejorar las instalaciones ya existentes, pero los tiempos conducían a la Ciutat de les Arts o de la Llum. Tocaba atender con una obra majestuosa al deporte autóctono. Veníamos del Circuit de Cheste. Pronto llegaría la Copa de América, la visita del Papa o la Fórmula 1.

Aquella era una obra de Zaplana por la que Camps, que asumió la presidencia en de la Generalitat meses después de la primera piedra, no se sentía comprometido. Camps hubiera deseado seguir la estela de Barcelona con los Juegos Olímpicos, y como aquello podía soñarse en un almuerzo de Villar del Arzobispo, pero nunca sería posible, se lanzó a por la Copa de América, aunque nos tuviéramos que enterar de qué iba aquello, o a contratar la Fórmula 1 la que no iba a costar ni un euro€ Mientras tanto, la visita del Papa. Para todo eso había dinero aunque fuese a costa de Fundaciones culturales.

Antes de la llegada de los bloqueos presupuestarios por la crisis económica mundial, las obras de la Ciutat de la Pilota ya estaban paralizadas. Camps no contemplaba con ojos de cariño los proyectos de su antecesor. Cuestión de vanidades y de poder. Acabaron por saludarse obligadamente en el entierro de Vicent Pérez Devesa, alcalde de Benidorm, el alcalde de la pilota, el primero que apostó por la selección valenciana y una cancha de Llargues. Además de municipalizar el trinquet del que era anónimo espectador.

La disputa de Europilota 2010, un proyecto de la Federación que presidía Ramón Sedeño, obligó a acelerar la finalización del trinquet, innovador, de color azul, diseñado para las retransmisiones televisivas. Tiempos de lucha de poder entre Rus y Camps. Tiempos de la denominada «Revolució del blau», que contó con las bendiciones de ciertos sectores de la oposición. Rus y Llopis buscaban aliados. Ya tenían a ciertos yonkis del dinero como enlace a varias bandas del espectro. Por eso acabó Serafín Castellano, entonces casi tan próximo a Camps como a sí mismo, presidiendo las finales de pilota, los certámenes de música y los «bous al carrer».

Inaugurado el trinquet con la ceremonia de apertura del Europeo, televisada en directo, se reservó para las dos grandes finales del año: el torneo de tríos y el Individual. A todas estas, sin licencia municipal de actividad, con los riesgos que ello conllevaba. La Ciutat seguía abandonada. Todas las grandes expectativas que pretendía generar quedaban en el olvido. Hoy su trinquet sólo acoge actividades de promoción con juveniles y la actividad del club local. Mantener su estado ya es un gasto considerable, como reconoce el actual director general del deporte, Josep Miquel Moyà: «Reparar los focos de la iluminación fue una odisea pues no había posibilidad de acceder al recinto con las grúas€».

Ahora, después de varios lustros, parece que la Generalitat del Botànic afronta la reanudación de las obras. «La intención es actuar por fases. Se van a acondicionar los accesos al recinto, para evitar la imagen de abandono de los alrededores de la instalación. Se acondicionará la plaza central de la Ciutat, destinada para las modalidades internacionales, que podrá usarse también como aparcamiento.

Se mejorarán las instalaciones que hoy utiliza el alumnado de tecnificación. Está prevista una inversión de 600.000 euros. Todo esto permitirá disponer del permiso municipal de actividad. En una segunda fase afrontaremos el espacio reservado a los dos frontones. La intención es invertir de acuerdo con las posibilidades presupuestarias», dice Moyà.

Parece una opción razonable en la búsqueda de una solución a un proyecto que nació con tantas expectativas y sueños y que acabó convertido en el símbolo de unos tiempos con caprichos muy interesados de gentes sin escrúpulos.

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