Son las 10 horas de la mañana. En la oficina de Correos situada en la calle Pintor Rivera de Benetússer ya llevan desde las 7.00 h. trabajando, recibiendo el correo y los paquetes y ordenándolos según las secciones, tienen 16, que se reparten entre las poblaciones de Alfafar, Benetússer, Sedaví y Llocnou de la Corona. Roberto ya ha metido la correspondencia de la sección 12 en su carro, que abarca sobre unos 2.300 vecinos de Alfafar. Pasa por el túnel que une Benetússer y Alfafar por debajo las vías y empieza el servicio. «Llevo desde 2006 trabajando aquí y me gusta. Mi hermano también es cartero. Después de tanto tiempo la gente ya te conoce y tú les conoces a ellos y eso hace que el reparto sea mucho más fácil. Tengo un compañero, el que va con la furgoneta repartiendo paquetería, que lleva 17 años trabajando y su eficiencia de entrega es de un 99%, porque si no están en casa va a su lugar de trabajo o al de un pariente», explica Roberto, después de que le saluden varias personas y un conductor le preguntase si sabía cómo se iba al Mercat de Alfafar. «Esto de hacer de guías urbanos nos pasa bastante a menudo», sonríe.
Es precisamente la eficiencia en la entrega uno de los parámetros que mide Correos para entregar Los Premios Nacionales de Excelencia 2018, que se otorgaron en Madrid el pasado lunes. La unidad de reparto de Alfafar obtuvo el segundo premio, de entre otras 261 unidades que atienden localidades con más de 15 carteros de toda España. No es la primera vez que se reconoce a los carteros de esta unidad de l'Horta. El año pasado fueron terceros, así que el próximo año toca triunfo. «Es un poco complicado mantenerse ahí arriba, pero lo intentamos. Es el trabajo del día a día, del equipo al completo y la implicación que tienen todos en dar un servicio de buena calidad. Este premio es un incentivo a todo ese buen servicio y sobre todo al trabajo en equipo», señala Pilar Noe, jefa de distribución de la unidad de reparto de Alfafar.
Extra de trabajo en elecciones
Un trabajo que se vio notablemente incrementado por los dos procesos electorales que se han llevado a cabo con apenas un mes de diferencia. «Eso ha sido brutal-explica Roberto-. Llegaba tanta propaganda que llenaba el carro y a mitad de mañana debía volver a cargarlo. Nos tocó trabajar un par de horas de refuerzo por la tarde para poder clasificar la cantidad de propaganda que llegaba a la oficina», recuerda. «Cuando nos visitó Blas Barbadillo, jefe de Valencia, Alicante, Castelló, Murcia y Baleares, nos dijo que se habían realizado 37 millones de envíos de cartas ordinarias en periodo electoral», apunta.
Lo mismo pasó con el voto por correo. «Ahí el problema es que se lo tienes que entregar solo a la persona titular, no se la puedes dejar a su pareja o a la madre», señala Roberto antes de despedirse y continuar con un oficio personal y próximo, de los pocos que quedan, y que de momento aguanta a las embestidas tecnológicas.
