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Doña Jimena, primera señora de València

La esposa del Cid se convirtió en un personaje crucial en el devenir histórico del territorio valenciano tras la muerte del Campeador

A veces, estamos tan acostumbrados a percibir ciertos acontecimientos históricos como si fuesen patrimonio único de un personaje masculino, con tanta fuerza como el Cid o Jaime I, que nos olvidamos de las protagonistas que también tuvieron un papel fundamental en dichos hechos. De este modo, si enfocamos la historia desde una perspectiva diferente a la habitual, nos daremos cuenta de que hubo grandes mujeres que forjaron la historia valenciana. Así, cuando centramos nuestra mirada sobre la conquista de València, por el Campeador, nos percatamos de que olvidamos a su esposa, personaje crucial como señora de Valencia tras la muerte del marido. Esta mirada nueva, distinta, pero tan real y valida como cualquier otra, sobre los hechos históricos, nos permite descubrir la importancia de la mujer en el devenir histórico de nuestro territorio.

Jimena Díaz era una joven asturiana, de linaje real, que Alfonso VI, rey de León y Castilla, decidió unir en matrimonio con el Cid Campeador. Era hija de Diego, conde de Oviedo, y su madre, Cristina, era prima carnal del rey Alfonso VI por parte de la madre de éste. Este enlace con una dama asturiana de la más alta nobleza, de estirpe regia y condal, significaba un ascenso social y político para Rodrigo Díaz de Vivar, y una clara muestra de estima y predilección, por parte del rey, hacia su vasallo burgalés (Martínez Díez, El Cid histórico, p. 82). La carta de arras o dote que el Cid otorga a su futura esposa, Jimena Díaz, está datada el 19 de julio de 1074 y, con toda probabilidad, el matrimonio se debió celebrar unos días más tarde.

Tras ser desterrado por segunda vez por el monarca de Castilla y León, el Cid decide restaurar el protectorado sobre todas las tierras de València, a cambio de importantes cantidades de dinero, pero ahora no lo hará en nombre del rey Alfonso VI, sino en el suyo propio. Y será en la primavera del año 1089 cuando Alfonso VI libere a doña Jimena Díaz y su descendencia, y les permita ir a vivir con el Cid, ya asentado en la taifa de Valencia como protector de su rey al-Qadir, a cambio de suculentas parias.

Encontrándose el Cid en Zaragoza y quedando desprotegida la ciudad de València, los almorávides africanos llegan a València y provocan un alzamiento contra su rey, al-Qadir, asesinándolo el 28 de octubre del año 1092. Al enterarse el Cid del regicidio de su protegido vuelve rápidamente a tierras valencianas y conquista el castillo de El Puig de Santa María (Yuballa o Cebolla en las crónicas medievales), desde el que irá preparando la conquista de València, mientras construye a sus pies una villa (Cebolla), que se erigirá, teniendo la fortaleza a retaguardia, en su centro de operaciones y su residencia, en la que vivirá con doña Jimena y sus hijos hasta que conquiste València el 15 de junio de 1094, hace 925 años.

Pero al Cid le sobreviene la muerte el 10 de julio de 1099, en su mejor momento, cuando había hecho las paces con su señor, el rey Alfonso VI, y había conseguido instaurar la paz en su señorío de València, tras vencer en varias ocasiones a los ejércitos almorávides. Ahora, por el privilegio regio de 1087, en el que el monarca le concedía todo lo que conquistase a los infieles, y por haber nombrado el Cid, en la dote o carta de arras, heredera universal de todos sus bienes a doña Jimena, ésta se convierte en la primera señora de València, con un territorio, desde las montañas al mar, de más de 100 kilómetros.

No era un plato de gusto, pero doña Jimena Díaz, demostrando su capacidad para dirigir el territorio y el ejército «permaneció en Valencia con un gran acompañamiento de caballeros y peones» (Historia Roderici, p. 98), manteniendo la paz durante los años 1099 y 1100. Mas, a mediados del año 1101 los almorávides atacan de nuevo València y la hueste jimeniana resiste con firmeza las embestidas enemigas. Pero al quedarse sin recursos frente a los insistentes sitiadores musulmanes, doña Jimena no tuvo más remedio que, en marzo de 1102, solicitar la ayuda de Alfonso VI. La llegada del ejército real hizo que los almorávides levantaran el asedio, pero ante la dificultad de defender una ciudad tan deseada por Alfonso VI pero tan alejada de sus dominios hizo que ordenara evacuarla el 5 de mayo de 1102, partiendo, en dirección a Toledo, doña Jimena, con el cuerpo de su esposo, y con todos los cristianos del señorío que poseyó, defendió y amó.

El señorío del Cid en València duró 5 años y el de su esposa, doña Jimena, 3 años, gracias a la valentía y a la capacidad estratégica de una mujer excepcional que dejó una profunda huella en la historia del Pueblo valenciano.

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