Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De la festa la vespra

El barranco del milagro que hizo independizarse a un pueblo

Almàssera celebra la festividad del Corpus

6

Corpus de Almàssera

Pascual Madoz, a mediados del siglo XIX, se percató y escribió en su diccionario geográfico de lo peligroso que era -lo sigue siendo- el barranco de Carraixet, «cuyas aguas amenazan destruir la pobl[ación], aunque este peligro podria fácilmente remediarse construyendo una pared ó malecon, que al mismo tiempo resguardaria la huerta de inundaciones [...]». Han pasado los años y aquella sugerencia sigue sin ser ejecutada.

Madoz quedó prendado del paisaje que contempló en su visita al pueblo. «No puede darse suelo mas delicioso ni mejor aprovechado que el de Almasera, cubierto de multitud de árboles de distintas clases y de diferentes especies de sembradura; es inagotable en todo género de frutos [...] no obstante que el especial objeto de estos vec[inos] es la agricultura, algunos se dedican á tejer lienzos caseros, los cuales componen la principal parte de su vestido, y á vender el mencionado prod[ucto] de chufas en la cap[ital], y para otros puntos, como es la corte, en la cual se emplea durante el estio para la horchata ó refresco conocido con el nombre de chufas», escribe el geógrafo economista.

Madoz probó, y dio testimonio de ello, de lo buena que era la horchata de Almàssera, aunque ahora el marketing le da los mejores puntos a Alboraia. La de Almàssera fue y sigue siendo indudablemente mejor, al decir de los expertos, por ser horchata hecha «a l'estil de l'horta», según los cánones de las alquerías de la huerta que es donde nació y donde conservan con mimo su fórmula autóctona.

El barranco, tan devastador siempre en tiempos de ciclogénesis, le dio una alegría al pueblo en 1348, al ser causa de lo que acabaría siendo un milagro, el Miracle dels Peixets. Cuenta la tradición que un sacerdote de Alboraia perdió la arquilla con las Sagradas Formas que llevaba a un rico morisco converso moribundo avecindado al otro lado del Carraixet, en tierras de la hoy Almàssera. Al cruzarlo, las aguas del barranco que bajaban muy crecidas arrastraron al sacerdote y la cabalgadura que montaba, perdiendo la arquilla con las hostias. Alertada la gente se pusieron a buscarla y en la desembocadura, donde siempre hubo un pequeño embarcadero, vieron unos pececillos (2 según los de Almàssera y 3 para las cuentas de los de Alboraia) portando las Sagradas Hostias que recogieron y entregaron al clérigo porteador.

Esto animó a los de Almàssera a independizarse de Alboraia, primero en lo eclesiástico y luego en lo civil (1352). Alboraia se resistió. Hubo refriegas entre los soldados de Almàssera y los de Alboraia. Ganó Almàssera. Un Real Decreto de 1979 plasma el recuerdo histórico de los dos peces del relato en el blasón de Almàssera, explicándolo de esta forma: «Tercero, de azur, el cáliz de oro, acompañado de dos peces de plata, trayendo, cada uno en su boca una Forma del mismo metal y sostenido de ondas de plata y azur. Al timbre, corona real cerrada».

El Papa Inocencio XI en atención a este hecho milagroso -del que se aprovechó el obispo Hugo de Fenollet para montar el solemnísimo Corpus de Valencia- firmó Privilegio Pontificio para que los de Almàssera celebrasen la gran fiesta eucarística de Corpus el cuarto domingo de agosto fuera de su tiempo litúrgico, mes en el que el trabajo en el campo amainaba y los huertanos podían dedicarse con mayor fruición a la fiesta.

Desde hace una treintena de años, impulsado por el desaparecido tenor José Císcar -a quien sigue sin reconocérsele sus méritos culturales- el Corpus de Almàssera tiene similar vistosidad y pomposidad que el de València, con los mismos personajes bíblicos, y en no pocos aspectos lo supera y lo ha salvado, como cuando le prestó a Valencia sus trajes Almàssera para que allá pudiera hacer el Corpus, puesto en peligro por la nefasta gestión del concejal, Paco Lledó.

Compartir el artículo

stats